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Monólogo de Alsina: "Italia amenaza con prohibir el desembarco de inmigrantes si otros países mediterráneos no asumen una parte"

Lo que va del viernes al domingo. La diferencia entre haber sido rescatado en la noche del viernes por un barco alemán y haber sido rescatado el sábado, cuando varios centenares de personas como tú, tan pobres, tan valientes y tan desesperadas como tú, han llegado ya a los puertos de Italia.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 11.06.2018 09:02

Lo que va del viernes al domingo.

La mañana del sábado el barco Sea Watch 3, de una ONG alemana, solicitó permiso para entra a puerto en Reggio Calabria.

Viajaba en el barco, con más de doscientos rescatados, un reportero del diario La Reppública. El capitán pidió autorización y le fue concedida. Antes había pasado cuatro días intentando que las autoridades de Malta le permitieran hacer lo mismo: desembarcar a sus doscientos rescatados para poder partir de nuevo a salvar inmigrantes de morir ahogados.

El entusiasmo de los africanos, emigrantes que partieron de Libia tras pagar el viaje a las mafias, al saber que Italia aceptaba recibirlos da idea del alivio que para todos ellos es poder bajar por fin a tierra. Poder pisar, por fin, la tierra europea. Poder celebrar, por fin, que han sobrevivido al viaje, tan largo, tan caro, tan precario, tan amargo. Y tan arriesgado. Una ONG los llevaba a tierra. Otra ONG los estaba allí esperando.

Este fin de semana han sido avistadas y rescatadas más de mil personas en el canal de Sicilia. En seis operaciones diferentes. Tres barcos se ocuparon de llevarlos hasta Calabria y Pozzallo.

Los rescatados de la noche del viernes por el Sea Watch se encuentran ya en los centros de acogida temporal habilitados en Sicilia. Los rescatados del sábado por el Aquarius aguardan a conocer su destino.

Lo que va del viernes al domingo

Es que el domingo las autoridadesno dieron permiso para desembarcar a nadie.

Un barco francés, el Acuarius, con seiscientos rescatados dentro, ha sido el primero en ser rechazado. El nuevo gobierno de Italia, el Movimiento Cinco Estrellas y la Liga, amenaza con prohibir el desembarco de todos los inmigrantes a los que salvan, en alta mar, las ONG, si la Unión Europea no modifica su política y obliga a los demás países mediterráneos a asumir a una parte de estas personas.

En Italia ganó las elecciones el movimiento Cinco Estrellas y ha pactado con los conservadores de la Liga el gobierno. Que es de los dos partidos. Con un presidente del consejo de ministros que se llama Conte y dos vicepresidentes, uno de izquierdas, Di Magio, y otro de derechas, Salvini. Es este gobierno, no sólo su ministro del Interior, el que desafía al resto de los gobiernos europeos para que modifiquen (y restrinjan) la política de acogida a los inmigrantes que vienen huyendo de África.

El primer choque lo ha tenido el nuevo gobierno italiano con Malta, país europeo ante cuyas costas pasan de largo los barcos de las ONG. Los inmigrantes rescatados en alta mar son conducidos a los puertos de Sicilia, no a los de Malta. Salvini se agarra a esta circunstancia para prohibir el desembarco al Aquarius e instar al gobierno de Malta a que acoja él a estas personas. En realidad el pulso no es con este pequeño país europeo, sino con todos los demás. Particularmente, con los países mediterráneos, incluida España. Miren lo que ha escrito el vicepresidente del gobierno italiano en Facebook: "En el Mediterráneo hay barcos de bandera española, ONG españolas, rescatando personas para llevarlas a Italia. Pero España defiende sus fronteras si es preciso con las armas". Se refiere a los sucesos ocurridos en la frontera de Ceuta.

La primera crisis europea del verano de 2018 acaba de empezar. Donde siempre, en el Mediterráneo. Abierta por un gobierno recién llegado y constituido por dos partidos que ideológicamente son dispares pero que comparten su postura contraria a la acogida de más inmigrantes. Salvini aparece en las crónicas como el ariete de la mano dura contra la inmigración y la acogida, pero Di Maio, el de Cinco Estrellas, es el que llama 'taxistas de inmigrantes ilegales' a las ONG que operan en el Mediterráneo. Y el que acusa a la Unión Europea de haber provocado el aluvión de inmigrantes hacia Italia al pactar con Turquía el cierre de la ruta que pasaba por Grecia y que empleaban los refugiados sirios. Los dos partidos populistas, que hicieron campaña contra el sistema y contra la casta, abanderan el rechazo al inmigrante sin papeles y a las ONG que los conducen hasta los puertos italianos.

En puertas del verano, una familia aguarda a conocer si el padre podrá hacer planes o tendrá que ingresar en prisión.

Una familia muy conocida. Urdangarín-Borbón. La hermana del rey y su marido. Iñaki Urdangarín conocerá en las próximas horas —quizá hoy mismo— si entra en la cárcel o permanece en libertad. Si le rebajan, le mantienen o le aumentan la pena que le impuso la Audiencia de Palma por los delitos de prevaricación, malversación, tráfico de influencias y fraude fiscal.

Esperando a que el Supremo se pronuncie. La suerte que corra el marido de la infanta será lo más comentado de cuanto decida el Supremo. Les recuerdo que el primer tribunal que juzgó el caso, Audiencia de Palma, condenó a seis años y tres meses a Urdangarín, ocho años a Diego Torres, tres a Jaume Matas. Y absolvió a la hermana del rey. Recurrieron las defensas y recurrió la fiscalía, las primeras para pelear la rebaja de las penas, la segunda para pelear su incremento.

¿Argumento de la fiscalía? Que Urdangarín y Torres fueron los motores de la actividad delictiva.

En marzo empezaron sus deliberaciones los magistrados del Tribunal Supremo. Casi tres meses han transcurrido desde la vista y la decisión se ha ido posponiendo. La versión oficial dice que debido a la complejidad de la causa. La no oficial, que debido a las discrepancias entre los magistrados.

En caso de que el Supremo confirme la pena impuesta a Urdangarín, o atienda la petición de la fiscalía para aumentarla, el cuñado del rey tendría que ingresar en prisión para empezar a cumplirla. En caso de que la pena le fuera rebajada, o que saliera absuelto, su encarcelamiento podría no llegar a producirse. O expresado en otros términos, si entra en prisión habrá una legión de tuiteros celebrando que se haga justicia y si no entra, habrá una legión indignándose porque la justicia no es igual pata todos.