Cuando se está recién llegado al poder, incluso sin haber ganado las elecciones como es su caso, se pone en marcha un mecanismo automático que concede al nuevo presidente del Gobierno un margen de maniobra. Por ejemplo, puede tomar decisiones contradictorias sin apenas coste. Como ofrecer el puerto de Valencia al buque Aquarius por razones de urgencia humanitaria, y luego no hacer lo mismo con otros buques con problemas similares. Y puede ir al Congreso y negar que su actitud con el Aquarius haya sido solo un gesto de marketing. Incluso cuando esa acusación la realiza, en tono menor, Pablo Iglesias.
Porque Iglesias se ha convertido, de facto, en un ministro sin cartera con poderes de embajador plenipontenciario, delegados por el presidente. Pedro Sánchez tiene margen para eso y para más. Pero el tiempo pasará. Y cuando pase, una detención como la del presidente socialista de la diputación de Valencia sí será un problema. De momento, todo sale gratis en Moncloa.