OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "A este paso, Sánchez hará el discurso de investidura con un lazo amarillo en la solapa"

A este paso hará el discurso de investidura con un lazo amarillo en la solapa. Sólo hace falta que Rufián se lo exija.

Carlos Alsina

Madrid | 18.12.2019 08:13

Pasito a pasito vamos llegando al anuncio final del casamiento. Los señores de Sánchez y Junqueras tienen el placer de comunicarles su inminente enlace matrimonial. Calculan que podrán consumar lo suyo el 28 de diciembre en el Congreso. Hasta la fecha es elocuente. El calendario express que maneja la Moncloa para que el noviazgo con los indepes no se enfríe sitúa la votación de la investidura en el día de los Santos Inocentes. El día de las bromas. Pesadas.

Andan contando por ahí a dos voces los de Esquerra y los de Sánchez que en breve podrían estampar su firma a un acuerdo de investidura y pasar recado a Meritxel Batet para que convoque a los diputados el día 27, viernes, para iniciar el debate, el día 28, sábado, para la primera votación y el 30, lunes, para la segunda. En la víspera de Nochevieja, día de San Jocundo, Sánchez alcanzaría por fin el trono por el que suspira. Una presidencia en plenitud que le permita aguantar cuatro años porque no habrá posibilidad alguna de que una vez asentado en el butacón sea descabalgado.

Laúltima versión oficial del gabinete de opacidad socialista dice que ha habido avances en la negociación. Y tanto que los ha habido. Como que, hasta ahora, el único que ha reculado, rectificado y aceptado las exigencias de la otra parte es Sánchez. No consta que Esquerra Republicana haya aceptado aún ninguna de las exigencias socialistas. De hecho, no consta qué exigencias son esas.

A mayor urgencia del candidato, más convicción en la otra parte de que cualquier precio será aceptado.

Gobernar, gobierna poco. Pero para fabricar eslóganes, tiene el presidente a pleno rendimiento la fábrica. La fábrica de galletitas chinas de la Moncloa: cada día un mensajito. Ahora se han inventado un título para la legislatura, atención: la legislatura del diálogo territorial. No me diga que no es bonito. El diálogo. Sólo hay que reprocharle a los responsables de la fábrica una cierta dejación. Antes inventaban cosas nuevas (la mayoría cautelosa, por ejemplo), mientras que ahora reciclan eslóganes de la época Zapatero. Lo del diálogo ya lo exprimió cuanto pudo aquel presidente. En la legislatura de 2004, que fue la que trajo un debate que nadie había pedido, el nuevo estatuto catalán, una competición del PSC por ser tan nacionalista como Convergencia y un pacto del Tinell, cuyos efectos aún perduran en la política española.

Ahora se trata de vendernos a Sánchez como un tipo valiente que se remanga para solucionar de una vez lo que sus antecesores no arreglaron porque les faltó coraje: el conflicto político catalán.

En un acto de valor sin precedentes, Sánchez agarró ayer el teléfono y le dijo a su secretaria una frase para historia: ponme con Torra. Los libros de Historia contarán que fue en ese momento, ponme con Torra, cuando empezó a resolverse todo.

Veamos qué sabemos de la conversación de ayer:

¿Le ha dicho Pedro Sánchez a Torra que lo que tiene en Cataluña es un problema de convivencia?

No consta.

¿Le ha dicho que llame a los líderes del PP y de Ciudadanos antes de exigir a los demás que le llamen a él?

No consta.

¿Le ha dicho que gobierna contra los catalanes y contra los intereses de los catalanes?

No consta.

¿Le ha dicho que el independentismo es insolidario y que el nacionalismo va en dirección contraria al progreso y a la historia?

No consta.

¿Le ha dicho que la autodeterminación no es un derecho y la soberanía nacional no se negocia?

No consta.

¿Le ha dicho que está obligado a garantizar el orden público y que cese ya de jalear a los CDR?

No consta.

¿Le ha dicho que es inaceptable que él mismo participe en la interrupción del tráfico en las vías públicas?

No consta.

¿Y entonces qué le ha dicho?

Que es verdad que hay un conflicto, que por él encantado de reunirse de nuevo (mano a mano), que pelillos a la mar, que lo que él diga, que lo que él quiera. Que le lleve otra botella de ratafía.

¿Y Torra? ¿Le ha dicho Torra a Sánchez que la autodeterminación es un derecho?

Sí, se lo ha dicho.

¿Y que la única solución al conflicto es que se deje votar a los catalanes dónde empieza y dónde termina España?

Sí, se lo ha dicho.

¿Y que los condenados por el Supremo deben estar en la calle cuanto antes?

Sí, se lo ha dicho.

¿Y la amnistía?

Sí.

¿Y parar a la fiscalía?

Sí.

¿Y que no olvida todo lo que dijo de él?

Sí.

¿Le ha dicho que van a votar que sí en la investidura?

No, eso no se lo ha dicho. No es Torra quien lo decide.

Fue una conversación un poco desequilibrada entonces. Sánchez reculando, cediendo, tragando. Y a cambio, de momento, nada. La enésima versión de Sánchez y el Torra que nunca cambia.

Éste es el locutor de TV3 que el sábado leyó las respuestas por escrito que un interlocutor anónimo daba en nombre de este grupo que se hace llamar tsunami democrátic, el batasunami, los montapollos. Le preguntaron qué iban a hacer hoy para alterar el clásico Bará-Madrid y respondió esto: que ellos nunca avisan porque buscan el efecto sorpresa.

El efecto fastidiarle el día al personal. Hoy con la excusa de que el Camp Nou es un gran altavoz para contarle al mundo lo del conflicto político.

De paso, que le cuenten al mundo que hay una nueva dirigente independentista encausada por corrupción. Laura Borrás, delegada de Puigdemont en Madrid. Imputada por pitufear. Trocear contratos públicos para poder adjudicarlos a dedo a un colega. Un colega que acaba de ser condenado por tráfico de drogas, qué edificante todo.

Claro que teniendo en cuenta que su jefe está fugado, que a Torra lo puede condenar esta misma semana el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y que el PSOE anda negociando con un recluso condenado por sedición… lo de Borrás viene a ser una cualificación profesional. Nada como tener asuntos pendientes con la justicia para que te tomen en serio en la España política de 2020.

Después de todo, hasta Lambán le ha comprado ya a Sánchez el discurso éste de que es imprescindible contar con el independentismo.

Revilla lo que le ha comprado es que no hay candidato más generoso que Sánchez. Le hizo una oferta imbatible a Pablo Casado.

Te ofrezco que me des gratis trece votos en lugar de ochenta y ocho, ¿qué te parece? Te ofrezco que me regales trece euros en lugar de ochenta, no dirás que no soy desprendido.

¡Incluso a eso! Qué gente tan ingrata. Les dices: hacedme presidente sin tener que negociar, ni hacer mesas, ni pactar comunicados, ni comprometerme a nada ---o sea, hacedme presidente sin tener que hacer nada de lo que estoy haciendo para conquistar a Esquerra--, y van estos dos ¡y se niegan! Con razón se escandaliza Revilla, que sólo ha exigido que el BOE le publique las licitaciones del AVE para Cantabria. Intolerable lo de Casado. Y qué me dicen de esto otro: echarle en cara a Sánchez que inventara el no es no como paradigma del bloqueo político.

Yo quise bloquear, pero el partido me lo impidió. La tesis de Félix Ovejero ayer en El Mundo: Sánchez pidiendo que le salven de sí mismo. Regaladme la investidura para que no tenga que comprársela a Junqueras.

De una forma o de otra, Sánchez va a ser presidente.

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