OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Casado se asoma hoy a la prensa y se lamenta: otra vez Bárcenas, otra vez Gürtel, otra vez Villarejo"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre las informaciones que se publican sobre la operación Kitchen y sobre los whatsapp entre Sánchez y Casado a cuenta de la renovación del Poder Judicial.

Carlos Alsina

| 08.09.2020 08:26

Emitiendo hoy desde Sevilla, desde el museo de Bellas Artes que esta mañana nos acoge en el primer acto del estreno oficial de la nueva temporada de Onda Cero. Este año hemos elegido Andalucía para ponernos en marcha. Y para contar al resto del país cómo respira esta comunidad en estos tiempos cambiantes de coronavirus, de mascarillas, de dificultades, pero también de aliento, y de esfuerzo, y de confianza en que la epidemia ésta que todo nos lo ha puesto del revés termine cuanto antes.

Éste es uno de esos días en que Pablo Casado amanece, ojea la prensa, maldice, sigue ojeándola, maldice, y cuando termina de leerla maldice de nuevo. Y se lamenta en voz alta: otra vez Bárcenas, otra vez Gürtel, otra vez la policía patriótica. Casado, que empezó la semana disfrutando de la encuesta de Sigma Dos y los cinco puntos que le ha recortado al PSOE en cuatro semanas, se enfrenta el martes a todos los fantasmas del PP juntos: la financiación irregular que denunció Bárcenas, la conexión entre Cospedal y Villarejo que trascendió en octubre de 2018, las maniobras orquestales en el ministerio del Interior de Fernández Díaz y la pregunta que tantas veces fue planteada y tantas veces quedó sin responder: qué sabía Rajoy de lo que hacían sus colaboradores más cercanos. Hasta dónde llegaba su participación, y su aliento, en las decisiones que tomaban el entonces ministro del Interior y la entonces ministra de Defensa.

‘Entonces’ es 2013. Cuando Bárcenas amenazaba con tirar de la manta y alguien pensó que la mejor manera de neutralizarle era robarle la manta. Convertir al chófer que le había puesto el partido en un topo que averiguara dónde guardaba Bárcenas las pruebas para hacerse con ellas y desactivarlas. Siete años después quien tira de la manta es el número dos del ministro Fernández Díaz, el ex secretario de Estado Francisco Martínez que un buen día decidió que este marrón (la kitchen) no se lo va a comer él sólo. A los sms que el ministro remitió a su segundo (y que ya contamos ayer) se añaden ahora otros mensajes que Martínez (para el ministro, el fiel Paco) envió al presidente de la Audiencia Nacional el año pasado y a un cura amigo de Fernández Díaz. Al segundo le dice que los mensajes que recibió del ministro provocarán la citación judicial de éste y de Rajoy. Al primero, que su error ha sido ser leal a Jorge, Rajoy y Cospedal, a los que califica de miserables.

En todos los escándalos políticos hay siempre un peón que defraudado o arrepentido acaba admitiendo lo que hubo, aportando pruebas e incriminando a quienes tenía por encima. Ese momento ha llegado a esta causa judicial. Y por encima este Francisco Martínez sólo tenía al ministro del Interior y al presidente del gobierno.

En 2018, cuando la sentencia de la Gürtel y la moción de censura que convirtió a un presidente de gobierno en el bolso de Soraya, Mariano Rajoy negó que su gabinete hubiera sido condenado: ni asomo de corrupción en el gobierno, limpio empezó y limpio termina. Era verdad que la sentencia de la Gürtel no condenaba al gobierno, sino al partido del gobierno y sólo como partícipe a título lucrativo de los manejos de Correa y Bárcenas. Lo que aún no sabemos si era verdad es que aquel gobierno mariano nunca se hubiera corrompido. El mal uso de los fondos reservados es corrupción. La utilización de la policía nacional para destruir pruebas incriminatorias es corrupción. Con apellido, si usted quiere: corrupción institucional. Y de ambas cosas pueden acabar acusados dos ex ministros del gobierno mariano y quién sabe si Mariano mismo.

Visto lo que ha ocurrido con el whatsapp que Pablo Casado le envió a Pedro Sánchez en agosto abriéndose a consumar la renovación del Consejo General del Poder Judicial es posible que Carlos Lesmes siga siendo presidente de los jueces cuando Sánchez y Casado ya estén jugando al tute, desdentados, en una residencia de jubilados. Las comunicaciones privadas que hasta ahora mantenían han dejado de serlo por decisión de una de las partes. Moncloa filtró el whatsapp de Casado, según el PP, y la primera consecuencia es que Pablo ha perdido las ganas de seguir escribiéndose con Pedro. Porque se escribían. Esta es la gran revelación del episodio de ayer: que Pedro y Pablo se guasapean. Es decir, ¡hablan!, aunque en público finjan que no se tratan.

Ahora sabemos que cada vez que Casado se lamentó de los meses que llevaba Sánchez sin llamarle lo hacía con la boca pequeña. Ahora ya sabemos que cuando Sánchez, y toda su corte, arremetían contra Casado en julio por haberse instalado en el no es no y rechazar cualquier oferta de diálogo, estaban interpretando un guión falso porque diálogo sí que había. Tanto como para que el reparto de sillones estuviera maduro. Las reuniones del palacio de la Moncloa son pura puesta en escena. Es en whatsapp donde se hace la política de nuestros días. Es por whatsapp como se negocian los temas cumbre. Si los historiadores quieren contar de verdad la historia de este tiempo en España, que reclamen los whatsapps del presidente Sánchez. Y de la vicepresidenta Carmen Calvo, que fue quien ofreció por whatsapp a Pere Aragonés y Elsa Artadi sentar un relator en la mesa de negociación para Cataluña. La mesa y el relator. La precuela de esta otra mesa que Sánchez ha pactado con Torra y que se ofrece a convocar este mes.

El 17 de septiembre no va a ser. Y si no es antes, igual ni es. Porque Torra, inhabilitado, amaga con atrincherarse en el cargo para el que fue investido por Puigdemont desde el sofá de Waterloo. A Esquerra se le obsequia con el anuncio de que se reunirá la mesa pero luego no llega a reunirse por culpa de Joaquim Torra (rizando el rizo de la política maniobrera). A la vez que Sánchez finge que está encantado de pactar con Torra un fecha, corteja a los diputados del

PDeCAT que han roto con Puigdemont para que le apoyen los Presupuestos. El caramelo, en este caso, se llama reforma del código penal para abaratar el castigo por la sedición y aliviar la condena de los independentistas reclusos. De nuevo, Sánchez haciendo girar a la vez todos los platillos.

Mientras Casado se asoma hoy a la prensa y se lamenta: otra vez Bárcenas, otra vez Gürtel, otra vez Villarejo.

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