El tabú más espinoso de esta campaña no está siendo ninguna foto comprometedora ni un secreto de estado. El mayor tabú de esta campaña son, en realidad, las pensiones. Los jubilados son los verdaderos intocables del debate político español. Pocos consensos como este entre los grandes partidos. Todos se comprometen a mantener su poder adquisitivo cueste lo que cueste. Nos cueste lo que nos cueste.
Hay algo extraño en que hayamos pasado más tiempo de esta campaña discutiendo lo que pasó con las pensiones en la década pasada que lo que va a pasar en el futuro. Del futuro de las pensiones, en realidad, se discute poco porque ningún partido quiere enfadar a ese grupo tan numeroso, 10 millones de pensionistas.
Sabemos que España destina más de 145.000 millones de euros al año a las pensiones, lo que supone cuatro de cada 10 euros del gasto público. Y que las pensiones que entran en el sistema ya son más altas que el salario más frecuente. También sabemos que el riesgo de pobreza de los jóvenes duplica el de los jubilados españoles, aunque de esto se hable poco.
Sin embargo, ningún partido se atreve a cuestionar que haya que mantener a toda costa el poder adquisitivo de los pensionistas. Ni siquiera los de quienes cobran las pensiones máximas. Y menos en campaña electoral.
Prohibido reducir el poder adquisitivo de las pensiones para ganar en las urnas. Los pensionistas, sea cual sea su poder adquisitivo, son un colectivo intocable por un cálculo meramente electoral. La reforma aprobada por el Gobierno de Sánchez obliga a actualizar las pensiones con el IPC. Y si en algo ha insistido Feijóo estos días tras el lío con los datos es que él también se compromete ahora a subirlas acorde con los precios, aunque el PP no lo llevara en el programa electoral.
Pero a partir de 2025, gobierne quien gobierne, si los números no cuadran habrá que volver a hacer ajustes. Es lo prometido a Bruselas. Eso no quiere decir que a los jubilados se les vayan a hacer recortes. Tranquilos. Es la ventaja de ser intocables. La sostenibilidad de las pensiones está fuera de toda duda. Al menos, en campaña electoral.
¿Moraleja?
Mientras los jubilados sean intocables, no tendremos un debate de pensiones razonable.