Pero peor es dejarse aconsejar por un tipo como Rubiales, si eres presidente del Gobierno, y decir que la ley que pretendes sacar tiene la mano de Rubiales y explicárselo a las chicas de la selección de fútbol cuando visitaban el Congreso, porque esa misma mano, cerrada, es la que golpeó a una mujer, según la denuncia que esa mujer tiene presentada contra Rubiales.
Escuché atentamente al ministro en el Congreso y escuché a los distintos grupos de la oposición. Y me gusto su talante conciliador, abierto al debate y a rectificar cualquier asunto que tenga un consenso mayoritario. Es su deber, porque no debe de olvidar el señor ministro que su grupo solo tiene 84 diputados. Por eso, seguramente, se esmeró en recordar que se encontró un proceso en marcha y lo que ha hecho es desarrollar ese trabajo previo que puso en marcha el Gobierno anterior.
Me decepciona que aún no se haya reunido con muchas de las partes implicadas, como las federaciones o LaLiga de fútbol. Y hay, sobre todo, un tema que no acabo de entender. ¿Qué problema hay en que las federaciones decidan vender sus derechos de retransmisión a LaLiga, que durante los últimos años les han dado visibilidad a través de una plataforma digital?
Hay deportes minoritarios que han tenido visibilidad gracias a esta iniciativa. Porque las televisiones privadas son libres de decidir qué productos son rentables. ¿Van a obligar a la tele pública a dar determinadas competiciones? ¿Qué alternativa ofrecerán? No creo que el CSD tenga más criterio que las propias federaciones para decidir cómo gestionan sus derechos de retransmisión. ¿O es que solo se oponen porque al frente de LaLiga esté Javier Tebas? Se lo preguntaré al ministro el lunes, cuando visite El Transistor.