Pero ahora, en mitad de la tormenta, se acuerdan de aquel paraguas. Fue agobiante ver los dos partidos de anoche en la Champions. Te levantabas del sillón casi tan cansado como los propios futbolistas, después de ver al Madrid presionar durante todo el partido la portaría del CSKA de Moscú. Y el Valencia defendiéndose de los zarpazos continuos del United.
Lo del Madrid tiene poca justificación, porque no puede salir tan despistado y relajado en un partido de Champions, y que te marquen un gol en el primer minuto y que te obliga y condiciona ya a jugar cuesta arriba todo el partido…y que luego no seas capaz de subir esa cuesta.
Lo del Valencia tiene mérito, porque aguantar al United, que les triplica el presupuesto, y salir indemne de Manchester con ese empate a cero, habla bien del esfuerzo de ese equipo y sobre todo de su concentración que no la perdieron en ningún momento. El Madrid salió sin esa concentración y sin esa entrega inicial, que les costó una derrota inesperada y de consecuencias imprevisibles.
La segunda parte, quitando dos contragolpes de los rusos, fue un gol regañado, de patio de colegio, porque estrelló tres balones en los palos y terminó desmoralizado y a la desesperada sobre la puerta del CSKA, que no creo que tenga mucho recorrido en esta Champions, pero ahí se han puesto primeros. Eso sí, mucho tiene que mejorar el Real Madrid, sobre todo en defensa, en remate, en concentración, y en ideas, porque le faltaron muchas cosas anoche, entre ellas la suerte, pero lo que más le faltó fueron ideas y le sobraron ocurrencias….que no es lo mismo.