Ese club que se mantiene malamente con las cuotas de los pocos socios que lo mantienen, el bar del campo, algunas entradas de los visitantes, alguna rifa y algún pequeño patrocinador… Esos clubs tienen casi 9.000 jugadores… que van a volver a jugar para resolver los ascensos, aunque aún no saben dónde ni cuándo, pero sobre todo no saben cómo van a poder financiarse: viajes, árbitros, lavandería, y jugadores, que cobran entre 800 y 1000 euros, que es una cantidad que esos clubs no saben cómo conseguir ahora, sin taquillas, ni sponsor, y con el bar del campo cerrado.
Y a esto hay que sumarle el pago de los test para comprobar que los jugadores están aptos para jugar. La Federación ha puesto la idea, pero no las normas. No les envían los protocolos sanitarios, ni de seguridad, y tampoco les dan apoyo económico para hacer frente a los gastos que supone la vuelta al trabajo.
Anoche me lo explicó en El Transistor el presidente de un equipo asturiano de tercera división, el Lealtad. Son líderes de su grupo, llevan 66 partidos sin perder, a punto de batir el récord de la historia del fútbol en España, y no ve ninguna posibilidad de mantener el club y poder hacer frente a los gastos habituales para poder jugar ese play off exprés que les ha propuesto Rubiales, aún sin fecha ni lugar. Es el fútbol natural, no el fútbol de élite que es otra historia, y otras circunstancias, pero de este fútbol natural y humilde es del que salen después las estrellas del fútbol de élite, del que después presumen y se alimentan los que ahora manejan la Federación. Es la misma historia de hace 40 años, con diferentes protagonistas, pero no mejores.