Sin embargo, el día nos dejó dos buenas noticias, una, la posibilidad de tener un equipo español en la Fórmula 1 la próxima temporada, que está manejando Adrián Campos, y la otra, la medalla de bronce que nos reconocieron en los mundiales de atletismo de Qatar, en esos 110 metros vallas, para Orlando Ortega, el atleta español de origen cubano, que cuando progresaba hasta la que parecía una segunda posición, fue obstaculizado y empujado por el jamaicano Mcleod, que se escoró hacia su calle, y le privó de ese segundo puesto o con total seguridad del tercer puesto.
La Federación española de Atletismo estuvo diligente y recabó toda la información posible sobre la carrera, aportando nuevas imágenes en las que se veía claramente cómo el campeón olímpico molestaba con su agresivo braceo al español durante casi toda la carrera y no sólo en el momento del tropiezo.
Y la Federación Internacional, demostrando sensatez y cintura, ha determinado que comparta la medalla de bronce con el francés Martinod Lagarde en una demostración de que, cuando las cosas se hacen con eficacia, y hay voluntad de subsanar un error, la justicia sale a relucir.
Una justicia salomónica, pero justicia al fin y al cabo.