El Barça jugó de manera espectacular en su estilo de toque y apoyos, y el Atleti en el suyo, agazapado hasta la exageración, pero esperando sus ocasiones, que llegaron al final, cuando el Barça ya se veía en la final y se sentía superior, porque realmente lo era, y si el VAR no hubiese existido, posiblemente a esos minutos finales habría llegado ganando 4-1, pero el VAR anuló dos goles por mano y fuera de juego que nadie discute cuando se ven las imágenes en el marcador del estadio. Y eso hace el fútbol más justo, salvo que en la cabina del VAR haya bultos sospechosos que cuando se produce una mano como la de Piqué, no la sancionan porque no quieren verla y la sospecha vuelve a caer sobre el VAR.
Aunque el partido fue tan bueno, y tan apasionante, que tapó hasta ese estúpido disparate. Ganó el Atleti con la táctica de guerrillas que utiliza Simeone, pero quien jugó fue Messi y el Barça. Y el arbitraje también fue bueno, salvo los de la cabina, los que no tienen más justificación que su cobardía y sus teorías retorcidas sabe dios por qué torticeros motivos, pero como el perjudicado terminó ganando, y jugará la final contra el Madrid el domingo, pues no reclamará nada, pero las cosas son como son, sobre todo cuando las ven todos, y así hay que decirlas