Termina una semana de batalla político-judicial. Repasemos.
La ley del sí es sí: No cesa el goteo de rebajas de penas a delincuentes sexuales, el Gobierno tiene mayoría para reformar la ley pero no lo va a hacer, va a esperar a que el Supremo se pronuncie, porque, aunque los socialistas asumen que la ley es deficiente, no pueden desairar a Podemos y arriesgarse a romper la coalición justo antes de la votación de unos Presupuestos.
Esta es una mecánica constante de la coalición, que se aprecia también en la tramitación de la ley trans. Segundo caso. El PSOE sabe que la ley tiene un encaje legal complicado pero no puede frenar la tramitación porque es una exigencia de Podemos y es sabido que en la España de Sánchez la legalidad está supeditada a la gobernabilidad.
Tercera. La derogación del delito de sedición. Esta sí que va rápida, esta es la reforma de los pies ligeros. El Gobierno va a proceder a dar satisfacción a los independentistas ya sin demasiado disimulo. Aquí vuelve a apreciarse la citada mecánica. Se tramitará mediante proposición de ley para evitar los dictámenes del Poder Judicial y el Consejo de Estado. La legalidad, supeditada a la gobernabilidad.
Cuarta. El delito de malversación. El caso ya ofrece más complicaciones. Incluso para Sánchez esto es ir demasiado lejos, porque además está el ejemplo de la ley del sí es sí. Imaginen ahora al Gobierno enfrentándose a un alud de recursos en los tribunales de malversadores que quieren aliviar sus penas.
Cinco. El compañero Griñán. Basta atender a sus recientes movimientos para tratar de eludir la cárcel y verán que da por supuesto que el indulto llegará y sólo se necesita algo de tiempo.
Este es el panorama. Una sensación de inseguridad jurídica que no sé si la puede permitir una nación. Ya saben eso que decía Von Bismarck: "España es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido". Es verdad que don Otto el canciller no había conocido al gobierno de Sánchez.
Yolanda Díaz ha abandonado el mutismo para decir… nada, en realidad
Antes ya les decía que podemos extraer una lección taoísta de esta declaración. Taoísta o marianista, que es lo mismo. No decir nada es decir mucho en estas circunstancias. No decir nada es decir mucho. Yolanda Díaz no va a acompañar a Irene Montero, no va a apoyarla ni a defenderla ni piensa asumir una molécula de desgaste por sus causas, ya sea la ley del sí es sí o la ley trans.
Prueba de que no diciendo nada, Yolanda Díaz ha dicho algo es que el kraken de Podemos ha salido de su caverna.
El kraken es ese hombre que dijo que se había jubilado de la política y que tutela desde fuera a la formación. Ha escrito Pablo Iglesias: La cacería de esta semana confirma 3 cosas:
- La degradación creciente de buena parte del periodismo.
- Que la derecha judicial es un actor político.
- Que ponerse de perfil cuando machacan a una compañera no solo es miserable y cobarde, sino políticamente estúpido.
Pablo hila fino, eh. Como Yolanda Díaz dice 1, 2, 3. El escribe 1, 2, 3 y así no queda ninguna duda.
Miserable, cobarde, políticamente estúpido. Lo de estúpido es un calificativo que le gusta mucho a Iglesias para criticar a Yolanda Díaz.
Que acaba de responderle… Con la fórmula de…. "manzanas traigo"...
Y qué hace Podemos. Ni un paso atrás. Bueno, hoy de hecho Victoria Rosell, la jueza de guardia de Podemos, ha hecho una propuesta originalísima.
Que el problema no es lo que las defensas piden. De lo que informa la prensa no es de lo que las defensas piden, sino de lo que los jueces aprecian y sobre todo de lo que los jueces deciden. (Por cierto, también estamos informando de lo que dice Rosell, ¿y acaso no es de parte?)
Mientras tanto, mientras espera a que el Supremo arregle el desaguisado, el Gobierno acelera la tramitación de la reforma de la ley de sedición. Esto lo ha denunciado hoy muy oportunamente la portavoz del PP Cuca Gamarra
Desde que el pasado martes se conociera la primera rebaja de penas a un delincuente sexual motivada por la ley del sí es sí, no ha cesado el goteo de recursos de violadores y otros delincuentes sexuales que acuden a los tribunales para ver aliviada su condena.
Hoy, viernes, analizadas todas las posibilidades, ¿cuál es la situación actual?
El Gobierno tendría una mayoría parlamentaria garantizada para poder reformar de forma inmediata la ley. Es más, podría concitar aún más apoyo que la propia ley, porque a todos los socios del gobierno se suma ahora la oferta del Partido Popular, que prestaría sus votos para arreglar el desaguisado de una ley tramitada a toda prisa para pasearla como una pancarta por la marcha del 8M.
Hay un mayoría, no suficiente, abrumadora. Pero. Aunque ya hay una conciencia generalizada de que el problema es el texto y no los jueces, aunque ya sólo Irene Montero y sus irreductibles consideran que la ley no es una chapuza, van a esperar a que el Supremo se pronuncie y siente una doctrina.
La esperanza de que el principal órgano de casación corrija la deriva es bastante exigua, porque no puede modificar la horquilla de penas que contempla la ley. Pero el funcionamiento interno de este Gobierno es así. Como depende de su socio y ahora además hay que votar unos Presupuestos, no se va a forzar una ruptura, así que esperarán.
Un caso ejemplar es el de la ley Trans, donde también hay ministros que alertan de que el texto que se encuentra en tramitación presenta graves problemas de encaje legal y sin embargo, ahí continúa su travesía parlamentaria.