EN 'LA BRÚJULA'

El monólogo de las ocho: "Kiev en 2022 no es Stalingrado en 1942, no hay ninguna gloria en morir en una cruel guerra de ocupación"

Rafa Latorre reflexiona en 'La Brújula' sobre las movilizaciones civiles anunciadas por Putin para acudir al frente en la Guerra de Ucrania.

Rafa Latorre

Madrid | 21.09.2022 21:16

Una movilización se ha desatado, pero no precisamente hacia el frente ucraniano. La movilización se dirige a las fronteras donde se dan largos atascos de rusos que huyen a los aeropuertos donde los billetes alcanzan un precio de 5.000 euros. Desde el anuncio de la movilización parcial de Putin se han sucedido los vídeos en redes sociales de civiles rusos saliendo de sus fronteras en avión, en tren o incluso a pie. También se han podido ver colas kilométricas en la frontera directa con Finlandia. Los destinos más buscados: en su mayoría, países que no requieren visado, como Armenia, Azerbaiyán o Turquía. Los billetes empezaron a escasear, según 'The Moscow Times', desde minutos después del mensaje televisado de Putin. La Bolsa en Moscú se ha desplomado, también huyen los inversores y se ha desatado el hecho inaudito de una ola de protestas que ya ha provocado las primeras detenciones.

Putin está débil, extremadamente. Ni siquiera el más alucinado propagandista del régimen, ni la más untada terminal del kremlin, ni ese ufólogo con Podcast llamado Pablo Iglesias lo niega. Pero hay un peligro. Cuesta mucho mencionarlo pero hay que hablar de ello porque su nombre maldito ha sido pronunciado por los líderes de las superpotencias. Hablamos del chantaje nuclear, invocado por Putin en su alocución de este mañana y conjurado por Joe Biden en su discurso ante la asamblea general de las Naciones Unidas.

Kiev en 2022 no es Stalingrado en 1942, no hay ninguna gloria en morir en una cruel guerra de ocupación. Los rusos saben que Ucrania no es amenaza, ni Zelenski es un nazi que amenace sus fronteras y si no lo saben, al menos no están lo suficientemente convencidos como para ir a morir por esa idea.

Los rusos están huyendo desde que Putin anunciara la movilización parcial de los reservistas para combatir en Ucrania. Ya sólo este gesto es un síntoma evidente de debilidad, de que el devenir de la guerra es aún más catastrófico de lo que se creía.

Los rusos saben que Ucrania no es amenaza, ni Zelenski es un nazi que amenace sus fronteras

Después de que China e India, más que los aliados, los dos mercados que sostienen económicamente a Rusia, mostraran su inquietud por el rumbo de la invasión, Putin ha sentido la presión y eso hace que la guerra que ha emprendido entre en una fase crítica. En eso está en lo cierto Pedro Sánchez que también ha hablado desde la Asamblea General de la ONU.

Es verdad que es una fase crítica, porque la guerra va todavía peor de lo esperado y eso pone a Putin ante la tesitura de hacer algo. Esto te lo dicen todos los expertos militares, una movilización parcial de la población, por más que sean reservistas y gente con experiencia no se hace de un día para otro. Es necesario tiempo y puede que tiempo no sea precisamente lo que le sobra a Vladimir Putin.

La recentralización de impuestos

En España el debate es el que estalló en Más de Uno de Onda Cero. Y es lo que piensa todo el gobierno sin atreverse a decirlo. Porque el único problema de lo que dijo Escrivá es la palabra maldita: centralización. Porque el Gobierno no puede mentar el tabú cuando gobierno con todo cuanto nacionalista, independentista, regionalista y foralista que hay en el parlamento. Si Escrivá hubiera dicho que es partidario de aplicar un 155 contra Madrid y Andalucía no habría habido ningún problema en absoluto. Es más, hoy Escrivá estaría siendo hoy defendido por todos los ministros. Pero Escrivá no es un político y tiene la maldita costumbre de utilizar un lenguaje recto.

Si Escrivá hubiera dicho que es partidario de aplicar un 155 contra Madrid y Andalucía no habría habido ningún problema en absoluto

Hay algo verdaderamente sublime en el argumento de que es atentado social los 90 millones que dejará de recaudar Andalucía tras bonificar al 100% el anacrónico impuesto de patrimonio. O sea, que los que te dicen que el descomunal gasto político del Gobierno, los cientos de asesores y los 22 ministerios son una chorradita sin consecuencias, ahora te dicen que Juanma Moreno pone en peligro la sanidad por eliminar un impuesto que recauda una minucia.

Y ahora cómo llamarle a la centralización sin pronunciar el nombre maldito. Pues le llamamos armonización. Y es lo que va a hacer el gobierno: poner un impuesto para que paguen patrimonio sí o sí, los andaluces, los madrileños y todo el mundo.

Es interesante la reacción que ha tenido la patronal catalana. Muy interesante, porque lo que dice la patronal es que no le parece demasiado decoroso ese llamamiento que hizo Juanma Moreno para que los inversores y los empresarios catalanes se mudasen a Andalucía, pero sí están a favor de que Cataluña elimine el impuesto de patrimonio.

Es que la armonización que propone el Gobierno es evidentemente siempre al alza, jamás a la baja. Pero que tampoco les engañen, Escrivá no está solo. Escrivá ni siquiera ha pronunciado una verdad incómoda para el Gobierno. Lo que ha pronunciado Escrivá es una palabra prohibida, ha mentado el tabú, el tabú político de la recentralización.