EN LA BRÚJULA

El monólogo de las ocho: "Estamos en un momento penoso de la negociación para la investidura"

Rafa Latorre reflexiona en su monólogo sobre cumbre europea en Granada y la amnistía.

Rafa Latorre

Madrid | 05.10.2023 20:24

“Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada, como la pena de ser, ciego en Granada”. Esto dejó escrito un poeta mexicano, Francisco Asís de Icaza. Luego se lo han querido adueñar casi todas las ciudades, pero no, este es patrimonio de Granada. Como la Alhambra que habrán visitado embelesados los 40 líderes europeos que han convertido la ciudad andaluza en la capital política continental.

No es una de estas citas diplomáticas que prometen hacer historia porque su capacidad ejecutiva es muy limitada, pero tiene una gran importancia política y así lo atestigua la presencia de Volodimir Zelensky. Allí está, en Granada, enfrentándose a un nuevo reto diplomático, que es evitar que el hartazgo de las opiniones públicas, el desgaste de la economía, la duración de la guerra,

erosione la solidaridad internacional con Ucrania.

Hoy mismo, mientras Zelensky aterrizaba en España, Rusia desataba en su país unas de las peores matanzas desde que comenzó la guerra. Un misil lanzado sobre una aldea de apenas 500 habitantes. Sin un solo objetivo militar cercano, ha matado a 50 personas que se encontraban en una tienda y en una cafetería. La guerra desgraciadamente continúa y empieza a flaquear la determinación de los europeos.

El desgaste de la guerra ha empezado a pasar factura a la moral ciudadana

No es sólo Europa. Una de la razones por las que ha caído el presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el republicano Kevin McCarthy es por la división respecto de la ayuda militar y financiera a Ucrania. Aunque haya desaparecido de las primeras planas, este es un momento crucial para el conflicto y Zelensky enviaba un mensaje al mundo desde Granada.

Y es verdad. Basta atender a la actualidad en países como Polonia o Chequia, más cercanos a Ucrania que España para entender hasta qué punto el desgaste de la guerra ha empezado a pasar factura a la moral ciudadana.

Recuerda al Zapatero que evitaba pronunciar la palabra crisis cuando en 2008 ya era una evidencia para todos

Granada también es un lugar donde hablar de política doméstica. Porque allí se da cita una anomalía, que es un presidente en funciones que para ser investido para una nueva legislatura depende de un forajido que se rebeló contra el Estado.

Estamos en un momento especialmente penoso de la negociación para la investidura, que es este en el que Sánchez juega al tabú con los periodistas para no mencionar la palabra amnistía. ¡Pero se refiere a ella sin mencionarla! Como en una elipsis enloquecida. Si además reconoce que la está negociando.

Todo esto es ridículo y recuerda al Zapatero que evitaba pronunciar la palabra crisis cuando en 2008 ya era una evidencia para todos. Qué cree, ¿que si fracasan las negociaciones va a poder decir que él nunca prometió la amnistía? A qué viene entonces el entusiasmo de El País, que hoy le marca el camino a cuatro columnas al constitucional con un titular inolvidable: "22 sentencias del Constitucional permiten encajar una amnistía". Solo le ha faltado decir: encajar a martillazos.

Claro que Sánchez está negociando con Puigdemont, lo que no sabemos es cómo. Porque al hombre fuerte de Sánchez para Cataluña, que es el líder del PSC Salvador Illa, Carles Puigdemont lo ha vetado.

La situación es lo suficientemente delicada como para que al menos la oposición no haga el ridículo. Es que hoy Cuca Gamarra compra una mercancía averiada que se ha publicado en el cuarto párrafo de una columna de opinión de La Información sobre que si Albares y Bolaños se han ido a la embajada de Colombia en Bruselas para encontrarse con el forajido. Y claro, se ha expuesto a la mofa primero de los citados y luego al desmentido de la embajada de Colombia.

Lo importante aquí para la oposición y para todo aquel que considere que la amnistía de Puigdemont sería un ignominia a cambio de un puñado de votos, se libra en Barcelona el domingo. En la manifestación de Sociedad Civil Catalana. Que hay mucho temores a que no cumplan las expectativas de asistencia. Cuando lo fundamental es que atesora toda la razón moral. O sea que lo primero es acumular razones y luego si también se acumulan los manifestantes, pues mejor. A esa tarea se ha encomendado con una especial dedicación Isabel Díaz Ayuso, que ha difundido un vídeo llamando a los españoles a la movilización.

De la disposición de los grupos hay hoy tres testimonios interesantes. El primero es de Coalición Canaria, que ahora sí Fernando Clavijo dice que están dispuestos a negociar prestarle su voto al Gobierno para que el sí de Junts no sea imprescindible.

El problema es que Junts ya ha dicho que la abstención no existe para ellos. Que solo votarán o sí o no, hombre no se han visto en otra. La abstención es un apoyo activo y como tal lo va a explotar en la negociación Junts per Cat.

Y luego están los que Mariano Rajoy calificó aquí en La brújula como los monaguillos del Frankenstein. El PNV. Que trata sin demasiado éxito de hacerse los interesantes. Esta es una de esas máximas de las negociaciones que el PNV debería tener muy bien aprendido. Cuando te limitas a una las alternativas de una negociación, tu valor como socio se desploma.