Claro que morirse de Coronavirus da miedo como lo da morirse de cualquier cosa que no sea de risa. El coronamiedo es un susto cinematográfico: avenidas vacías, mañanas sin atasco, supermercados sin legumbres. Este temor arranca mentalmente en la distopía apocalíptica china donde tipos con escafandra aparecen arrastrando gente de los pelos por los descansillos y, de ahí en adelante, corre como un hombre en llamas.
Matará el virus y matarán las medidas para detenerlo. El nieto no irá al colegio. El abuelo cuidará del nieto y del abuelo, ¿quién cuidará del abuelo? España abre los ojos al virus como una liebre en una carretera. Qué extraña esta alerta súbita. Si Madrid está hoy fuera de control, acaso no lo estaba el domingo de la manifestación.
Sánchez de mi Españita aparece en un vídeo dándole la mano hoy al Ministro de Sanidad. Ya lo dijo Talavante, que es un torero de El Greco: “En mi miedo mando yo”. Y así, tipos que tienen relaciones sexuales sin protección, que no han vacunado de la gripe a su madre anciana de la gripe, que llevan una vida sedentaria y fuman un paquete al día vacían de lentejas la estantería del supermercado, por si acaso. Claro que el miedo es libre; no saben cuánto. Suerte a todos.