Después vuelve a casa y el mundo parece seguir adelante sobre el runrún de la radio, las cifras de los ERTES, el Spain for Sure y las cloacas de ida y vuelta. ¿Qué son las cloacas, me preguntas mientras clavas en mi pupila tu pupila morada?
Aquí y allá aparecen los signos de la secuencia mágica del acuerdo del dos dos uno y parte del PP quiere, y parte del PSOE quiere y las comunidades quieren, y Europa quiere y podría pasar. Como cuando en el templo de Abu Simbel, un solo día al año, los rayos de sol con la trayectoria precisa y adecuada, cruzan la puerta, enfilan los 60 metros de profundidad del templo e iluminan la cara de Ramsés II.
Se alargan los días y con la luz a favor camino sonámbulos hacia el verano. Es este un tiempo escrito sin puntos, sin comas, sin cifras de muertos, como un poema de E.E. Cummings:
“Oh dulce y espontánea
tierra cuántas veces
el pícaro pulgar
de la ciencia vejó
tu belleza
(pero fiel
a la incomparable
cama de la muerte tu rítmico
amante
tú les contestaste
solamente con la primavera)