LA BRÚJULA

El cuaderno de Chapu: 'La nada'

Traigo que hoy nos hemos mirado el pecho y llevamos un agujero del tamaño del patio de Armas del Palacio Real. Es tan hondo que si te asomas, se ve la otra parte del mundo. Está horadado de silencios, de distancias y de soledades ¡y de morirnos solos!

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Hemos muerto como nunca y más solos que nunca. La muerte siempre es ir a lo desconocido en compañía de uno mismo, pero tanto... Qué solos quedan los muertos y qué solos nosotros cuando los imaginamos tan solos.

Digo que tiene mi Españita un pozo en el pecho con una corona de sillas en las que ayer parecimos por un momento y a grandes rasgos, un país normal. Sentados alrededor del socavón de silencio, preguntas y oscuridades como si solamente hubiéramos olvidado cómo saludarnos. Alguien ha encendido una llama que parece que no quema y alrededor del fuego se han acostado unas rosas blancas como flores vencidas.

Quizás no hay nada que decir, por eso no se escuchan casi los discursos y en los micrófonos solo suena el aullido del viento que llena el espacio donde antes había cuarenta mil, el eco de la habitación del padre o del hermano el día en que reunimos el valor para recoger sus cosas... el camino huidizo que recorren las lágrimas sobre las fotos...

Y la nada considerada en general como una sola cosa que todo lo ocupa. Porque a esto que nos pasó podemos buscarle la épica y el sentido, el relato, la moraleja, la foto, el rito, la ceremonia y el eslogan y no encontraremos nada, porque no hay nada: solo gente que se fue, que ya no está, y nosotros tampoco.