Y no es que uno sea muy playero, pero algo de mar hay que tocar cuando las calores de agosto, y empecé a ver noticias de vosotras, las playas de este país de sol y playa. El escribidor siempre tira hacia su tierra, que es Galicia, y hacia su mar, que son dos mares. Algo raro sospechó el día que vio al alcalde de Sanxenxo, donde Rajoy, con cuerdas y palos cuadriculando el arenal de Silgar, por aquello de la distancia social. Pero ahora encuentro la iniciativa de la Xunta de ordenar el acceso a vosotras previa petición de hora, como si fueseis el dentista o, puesto más en histórico y en artístico, como si fueseis el Pórtico de la Gloria con vistas al mar.
¿Te imaginas, querida praya das Pipas en O Grove, querida praya de Arealonga no Vicedo, incluso querida praya de Riazor, llamando por teléfono: “me den tres entradas para darnos un chapuzón a mediodía”, y la máquina te responde, “hay plazas libres de 10 a 12; el sábado y el domingo, todo completo, señor; le ponemos en lista de espera por si hubiese alguna baja”. ¡Qué vacaciones más entretenidas! ¡Qué suspense cada mañana al levantarte, sin saber dónde acabarán tus huesos! Después miré algo de Cataluña, por si coincido con Torra, y la playa de Barcelona tiene una ventaja: no hay que pedir hora. Pero no hay felicidad completa: el escribidor podrá tomar el sol, que siempre es una ventaja estando en la playa, pero no se podré bañar, con lo cual deberá volver al botijo para refrescarse. Y la Guardia Urbana podrá multarlo si no tiene mascarilla. Esto ya le gusta: moreno en la parte de los ojos, frente y algo de las mejillas; blanco como la leche de media nariz hasta el mentón, lo que tapa la mascarilla. Gran invento. Habrá que llevarlo a todas las playas de España. Juan Ramón Lucas ya lo bautizó: moreno coronavirus, lo último en morenez. Como tengas toda la cara morena, te perseguirán por sospechoso de no haberte puesto la mascarilla. Queridas playas: entre la parcelación, la petición de hora y la mascarilla obligatoria, casi prefiero el confinamiento. Por lo menos, no tengo un guardia detrás.