LA BRÚJULA

La carta de Ónega a Marlaska: "Adiós al magistrado; ante ustedes, el político"

Buenas noches a mi apreciado don Fernando Grande-Marlaska: este escribidor no recuerda muchas ruedas de prensa de un Consejo de Ministros con tanta expectación mediática como la de hoy.

ondacero.es

Madrid |

Es que iba a hablar usted, ministro, y usted, perdóneme el tópico, y perdónenme los oyentes, está en el ojo del huracán. Usted es quien destituyó al coronel Pérez de los Cobos y hoy era el protagonista de un colosal choque de trenes.

Esos trenes eran la verdad periodística de las razones del cese, qué le voy a contar, y la verdad suya, que fue decir que todo lo ocurrido en estos dos trepidantes días pertenece a la normalidad de “construir nuevos equipos”.

¿Y sabe lo que más me impresionó? Lo que más me impresionó fue comprobar que el respetable hombre de aquellas confesiones íntimas de su libro, aquel respetado juez de Bilbao, aquel magistrado de la Audiencia Nacional, ha sido atrapado en la telaraña de la política.

Ya es más político que hombre de códigos. Ya utiliza los recursos de los políticos para superar un momento delicado, uno de los momentos más delicados de su novelesca biografía.

Me di cuenta al escuchar su primera intervención, cuando ni siquiera mencionó el caso que nos ocupa a todos, y salió con el programa de inversiones, 600 millones de euros, y con la equiparación salarial de guardias civiles y policías nacionales.

Le van a decir, ministro, que tapa con dinero la tranquilidad policial. Le van a reprochar que tira de caja para ocultar su último problema. Y me seguí dando cuenta de que ha madurado el político que lleva dentro al oírle desvincular el cese del coronel de las investigaciones sobre el 8 de marzo. Adiós, me dije, al magistrado Grande-Marlaska; ante ustedes, el político Grande-Marlaska. Hoy fue el día de la gran transición.

Quizá felicitado por Pedro Sánchez, quizá con la jueza instructora analizando si puede actuar contra usted. ¡Ay, querido ministro! ¡La cantidad de sapos que hay que desayunar cada mañana! Y más, estando en el ministerio del Interior.

Deseo que al menos la verdad judicial sea la suya. Y, si le digo la verdad, deseo que el pasajero resplandor de la política no nos haga olvidar, a usted tampoco, la discreta penumbra de un modesto despacho de juez.