La carta de Ónega al departamento de Salud de Nueva York tras sus consejos sobre las relaciones sexuales

Y buenas noches al Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York, muy señores míos: tuve conocimiento --como algunos políticos, a través de la prensa—de sus consejos para evitar contagios del Covid en la relación sexual.

Si hablo de ellos, señoras y señores, es porque no estamos en horario infantil. Es que llegan a proponer que los neoyorquinos y neoyorquinas usen la imaginación para ensayar posturas que eviten el contacto bucal, que es por donde se introduce --uy, cómo suena esta palabra—el puñetero virus. Es que hablan de los jadeos como fuertes transmisores, supercontagiosos, que ahora se dice. Es que llegan a decirle al contribuyente: “usted es su pareja más segura”, o sea, hágaselo usted mismo y, claro, lávese antes las manos, como ordena en España el doctor Simón con más castas intenciones.

Y es que de pronto se ponen tradicionales y dicen que bueno, que hacerlo siempre con la misma pareja tiene sus ventajas, pero creo que esas ventajas son solo sanitarias. En fin, Departamento de Salud de Nueva York, que les ha salido a ustedes un protocolo muy apañado de cómo disfrutar de la vida sin estropearla.

Como decían en mi pueblo, por unos minutos de gusto, no pasemos en la UCI semanas de disgusto. Creo, sin embargo, que se han pasado de cautela en el póntelo, pónselo de las mascarillas. Es que dicen a los neoyorquinos que es muy recomendable practicar el sexo con mascarilla.

Mascarilla en la cara, supongo, que en otro sitio tiene que ser complicadísimo. Miren: este escribidor ya no está en edad de hacer muchos experimentos, y tampoco es de Nueva York, pero le han suscitado ustedes tantas dudas con su recomendación, que no sé si compensa.

Su intención es buena, porque la mascarilla vale para un roto y un descosido, entendiendo por roto el metro o el autobús, y por descosido la cama con gente desconocida. Pero leñe, departamento de Salud, antes de aconsejarlo, pruébenlo ustedes.

No se contagia el virus, pero te puedes ahogar y luego lleva la culpa la viagra. Y otra cosa: entre lo que hay que poner por abajo por no sé que infecciones y lo que hay que poner por arriba por sé muy bien qué contagios, se te quitan las ganas. Es más aburrido, pero casi mejor el voto de castidad.