Opinión en La Brújula

La carta de Ónega al Black Friday: "Si has ayudado a nuestro decaído comercio, has hecho un importante servicio"

Fernando Ónega dedica su carta en La Brújula a una jornada que mucha gente espera para hacer sus comprar navideñas, el 'Black Friday'.

Fernando Ónega

Madrid | 27.11.2020 23:21

Buenas noches, Black Friday. Supongo que estás a punto de terminar. Digo que lo supongo porque, para ser un día, llevas varias semanas entre nosotros. Llegaste hace años por aquello de la globalización. Al principio eras una cosa extraña, propia de postmodernos y gente muy viajada. Algo así como el Halloween. Los que somos de aldea te veíamos como algo de otros, porque no entendíamos ni lo del Black ni lo del Friday.

Pero claro: la radio empezó a hablar de ti, la televisión empezó a hablar de ti, la publicidad empezó a hablar de ti, y te colaste por las cañerías de nuestra cultura. La cultura en su más amplio sentido y la cultura comercial. Conozco gente que se pasa todo el año metiendo algo de dinero en el calcetín para estar a la altura en esta jornada.

En casa has hecho estragos, porque mi mujer lleva no sé cuántos días secuestrada por el ordenador buscando no sé qué zapatillas y a ver si encuentra una secadora, que nos ha dicho el fontanero que hay muy buenas oportunidades. Mi hijo el pequeño, que es muy de las nuevas tecnologías, sabe de memoria las diferencias de precios de los móviles entre cualquier día del año y esta fecha reverenciada. Y hasta yo he mirado lo de la secadora, que, ya que mi mujer anda en ello, me pareció una forma de conciliar.

"Llevo días intrigado, pensando dónde estará el truco"

Así que estamos, querido Black Friday, como en víspera de Reyes, pero sin roscón. Y, descreído como soy, llevo días intrigado, pensando dónde estará el truco, porque algún truco tiene que haber. Mi mujer dice que hay marcas que suben el precio una semana antes para aparentar un descuento ahora, y mi mujer cuando piensa mal, incluso de mí, siempre acierta. Será mi próximo trabajo de investigación.

Pero, en fin, Black Friday: me alegro de que hayas pasado. Si has ayudado a nuestro decaído comercio, gran víctima del Covid-19, ya has prestado un importante servicio. Al comercio y a la economía general del país. Si has resuelto alguna necesidad de gentes que el resto del año poco pueden comprar, mereces algo de gratitud. Y yo… yo me dispongo a la disciplina de meter algo en el calcetín porque el año que viene volverás. Y, sobre todo, por si mi mujer no encontró la secadora. Se lo tengo que preguntar.