El alzheimer no tiene cura y aunque la ciencia tiene abiertos múltiples caminos de investigación –hay hasta 105 fármacos experimentales en distintas fases de desarrollo en todo el mundo- para la Organización Mundial de la Salud es una prioridad sociosanitaria del siglo XXI. Lo avalan con cifras: hay 30 millones de enfermos de alzheimer en el mundo. Se diagnostica un nuevo caso cada 4 segundos y al confundirse sus síntomas con otras demencias, muchos de los pacientes están infradiagnosticados.
En España las cifras son equivalentes. Los neurólogos calculan una incidencia de 800.000 enfermos y un infradiagnostico de entre el 30 o 40%. El envejecimiento de la población y una longevidad cada vez más alta convertirán el alzhéimer en un importante reto sanitario en los próximos años.
Esta es la razón que ha llevado al Ministerio de Sanidad a impulsar un Plan Nacional de Alzheimer, un proyecto que se consensuará con las Comunidades Autónomas y que pretende mejorar el conocimiento sobre la enfermedad para reducir su impacto y mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus cuidadores. Todo ello, asegura la ministra de Sanidad, Mª Luisa Carcedo, “ayudará a hacer frente al impacto económico y social del alzheimer en nuestro país”.
El alzheimer es la principal causa de discapacidad en personas mayores y es la patología, asegura la Sociedad Española de Neurología, que genera uno de los mayores gastos sociales. El coste por paciente puede rondar los 30.000 euros anuales. A nivel mundial suponen 800.000 millones, una cifra que ha aumentado un 35% en los últimos cinco años. Se desencadena décadas antes de dar la cara.
A nivel científico se sabe que el daño neuronal comienza incluso 20 años antes de que la enfermedad muestre sus primeros síntomas. En el último cuarto de siglo no se han producido novedades farmacológicas y las últimas teorías avanzan que la acumulación de proteína beta-amiloide en el cerebro no sería una causa del alzheimer, sino una consecuencia del mal funcionamiento de otra proteína, la tau, que puede alterar la función normal de las células cerebrales interfiriendo en su comunicación.
También es importante recordar que la prevención primaria juega un papel fundamental en el desarrollo de la enfermedad. Según los neurólogos, llevar un estilo de vida saludable podría reducir hasta un 40% los casos de alzheimer o al menos retrasarlos. ¿Cómo se puede actuar? Con más control de los factores de riesgo vasculares, un mayor nivel educativo o cambios en los estilos de vida, principalmente aumentando la actividad física, adoptando dietas más saludables y abandonando hábitos tóxicos como el tabaco.