Se llaman Nick Drummond y Patrick Bakker, viven en Nueva York y hace un año se compraron una antigua casa ubicada en la localidad de Ames. Aunque no ha sido hasta hace unas semanas cuando han empezado a reformar su nuevo hogar.
La pareja estaba tirando un tabique cuando de repente un paquete muy antiguo, envuelto en paja y papel cayó al suelo. Al abrirlo, la pareja se encontró con seis botellas de whisky escocés de 1923. Habían escuchado hablar de que se rumoreaba que la casa perteneció a un contrabandista, pero Nick y Patrick hicieron caso omiso, pensaron que era simplemente una leyenda urbana. Pero claro, habiendo encontrado ese primer paquete, decidieron ponerse a buscar más posibles tesoros por la casa.
Pues, efectivamente, buscando y buscando acabaron encontrando otro escondite. Este, con decenas de botellas de whisky de la misma época. Investigando, han podido confirmar que la casa perteneció a un inmigrante alemán llamado Adolph Humphner, que formaba parte de una red de tráfico ilegal de whisky durante los años de la Ley Seca en Estados Unidos.
Ahora bien, ¿cuál es el plan de la pareja con todas estas botellas? Pues, básicamente, repartirlas. Dicen que guardarán algunas botellas en la casa a modo de decoración, otras las donarán a una sociedad de historia local y el resto las subastará. Y ojo porque cada botella podría valer entre 450 y 900 euros. Eso sí, tampoco descartan echarse unas copitas de alguno de los whiskeys y brindar… porque, claro, no todos los días te encuentras un tesoro de cien años de antigüedad en tu casa.