Las víctimas mortales incluyen a 620 rebeldes, 136 soldados y 45 civiles, según el último recuento oficial divulgado anoche por las Fuerzas Armadas, informan hoy medios locales.
Además, unas 360.000 personas, la mitad de ellas niños, permanecen desplazadas por el conflicto desde el 23 de mayo pasado, denuncia la organización Acción contra el Hambre.
El Ejército filipino asegura que tiene cercado a los rebeldes, cerca de medio centenar de combatientes, en unos 500 metros cuadrados de una barrio del centro de Marawi.
Aunque los militares han informado que ultiman las preparaciones para el asalto final, nadie ofrece una fecha concreta para el ataque definitivo.
El conflicto empezó el 23 de mayo cuando cientos de miembros del grupo filipino Maute, aliado del Daesh, apoyados por yihadistas locales y extranjeros se alzaron en armas con la quema de varios edificios gubernamentales y la captura de rehenes.
El Ejército ha justificado su lento avance para liberar Marawi, entre otras cosas, con la necesidad de tener en cuenta los civiles que mantienen los rebeldes como escudos humanos, unas 50 personas en la actualidad, entre ellas el vicario general de Marawi, Teresito Suganob.