La mecánica consiste en colocar dos radares de velocidad muy próximos. El primero fijo, que suele ser identificado y señalado con anterioridad y uno segundo con carácter móvil, unos kilómetros después.
De esta manera se detecta a aquellos conductores que han pisado el freno ante el primer aparato y que confiados en que no habrá un control poco más adelante y una vez sobrepasada esa zona de alcance, aceleran y pueden ser cazados superando el límite de velocidad establecido. La DGT está probando este nuevo sistema y la lo ha hecho en Navarra durante la pasada semana santa.