Cuatro años después de que un equipo de investigadores australianos llevara a cabo este proceso por primera vez, los científicos españoles consiguieron, en el año 1987, congelar los embriones obtenidos en fecundación 'in vitro', y, por tanto, disponer de nuevas oportunidades para lograr un embarazo cuando ese objetivo no se conseguía en el primer intento.
En la actualidad es un proceso que se ha sustituido por el de vitrificación, un sistema de congelación ultrarrápida que ha permitido optimizar los resultados.