El blog del lector

La cara B de la Europa rica

Vistos desde la España en crisis, los países del Norte de Europa nos parecen más prósperos que nunca. Los vemos con envidia y, en muchos casos, se nos dispara un cierto complejo de inferioridad. Sin embargo, la novela negra saca a la luz una Cara B mucho menos favorable. Dos novelas recientes destripan el mito de una Escandinavia feliz e igualitaria y de un Reino Unido brillante y próspero.

ondacero.es

Madrid | 06.10.2013 00:00

Libros recomendados en el Blog del Lector
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Segunda inclusión de los libros en su nuevo formato, Territorio a medias, los viernes en Julia en la Onda. Comparto antena con dos periodistas excepcionales, Santiago Segurola –todoterreno con un enorme bagaje cultural– y Agustín Alcalá –corresponsal de Onda Cero en Nueva York–. Comento cuatro novelas y un libro de cocina muy especial. Se trata deEl último lapón, de Olivier Truc (Destino),El oscuro invierno, de David Mark (Siruela), La Alhambra de Salomón, de José Luis Serrano
(Rocaeditorial),El manuscrito de Avicena, de Ezequiel Teodoro (Entrelíneas), y Hamburguesas gourmet (Lunwerg).

 

El último lapón, de Olivier Truc (Destino)

Los Sami son un pueblo sin estado formado por unas 70.000 personas que viven en Laponia, a caballo entre Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia. El pastoreo de renos ya no ocupa a toda su población pero sigue teniendo un enorme peso económico y social. A principios de siglo XX, Suecia aplicó en ellos una auténtica política eugenésica. Se fundó, incluso, un instituto de biología racial que los consideró inferiores, una subraza; teóricos nazis fueron a estudiar allí.

Durante los dos últimos siglos, sus tierras han sido explotadas por los escandinavos. En la actualidad, el cambio climático y la explosión de las segundas residencias –cabañas en los bosques y cerca de los lagos– pone en riesgo el pastoreo y su forma de vida. Además, han sido el objetivo de las iglesias cristianas más radicalizadas, sectas luteranas extremas que han perseguido, desde el siglo XVII, cualquier atisbo de paganismo. La hoguera era el precio que pagaron muchos samis por no rendirse 
a las bondades de la Biblia.

El robo de un raro tambor chamánico –solo hay 70 piezas en el mundo– desencadena la acción de El último lapón. Poco después de ese suceso, un pastor de renos, descendiente de una familia de chamanes samis, es asesinado. Hasta aquí les adelanto la trama. No quiero reventársela.

Los protagonistas son dos agentes de la policía de los renos, un cuerpo multinacional que mantiene el orden en los pastos; en el durísimo invierno ártico, la búsqueda de comida para el ganado es un asunto de vida o muerte. Sin su presencia, cada cual se tomaría la justicia por su mano y Laponia poco tendría que envidiar a un Lejano Oeste cubierto de nieve. La historia transcurre entre el 10 de enero –el día en el que el sol se asoma por primera vez tras una noche de varias semanas– hasta el 28 de enero. El narrador cambia continuamente de escenario para presentarnos distintos hechos y a distintos personajes. En algunos momentos, alarga en exceso las escenas y eso lastra un tanto el ritmo, aunque el interés de la historia apenas decae.

Olivier Truc, el autor, es francés, pero lleva viviendo en Suecia desde hace 20 años, donde trabaja como corresponsal de Le Monde y Le Point. Había publicado dos libros de viajes y esta es su primera novela. El último lapón ha sido editada por Destino con traducción de Joan Riambau.

 

El oscuro invierno, de David Mark (Siruela)

David Mark es periodista de sucesos en Hull, en la cosa oriental del Reino Unido, en el deprimido norte de Inglaterra. No es un chollo. Hull es elegida, un año tras otro, como la peor ciudad de Gran Bretaña. Los índices de paro y de pobreza están entre los más altos del país, después de que la entrada en la Comunidad Económica Europea acabara con la industria pesquera y de que la política de la exprimer ministra Margaret Thatcher le pegara el tiro de gracia.

Mark ha sabido trasladar a su novela, El oscuro invierno, ese ambiente decadente, opresivo, duro de narices. Los dedos te quedan pringados del hollín de las casas quemadas, tapiadas, abandonadas hace años por gentes que buscaron fortuna lejos de allí. La novela es como ese ambiente, dura y sin concesiones. Es difícil no empatizar con su protagonista, el sargento McAvoy, un tiarro excesivamente apegado a las reglas; un tipo íntegro que echó al traste su carrera cuando denunció la corrupción de un comisario muy popular. El tipo fue apartado del servicio pero McAvoy se convirtió en un apestado. Solo el embarazo de su mujer pone unas notas alegres a una situación muy tensa.

La trama arranca con unas muertes misteriosas que tienen que ver con supervivientes de accidentes y matanzas del pasado. Si les digo más, les jorobo el encanto de los primeros capítulos. La lectura es ágil, el tema interesante y David Mark se mueve como pez en el agua en un registro que domina bien como periodista veterano que es. Sin acabar de ser una obra redonda –eso es algo bastante difícil–, es una buena primera novela y una buena novela negra con un misterio bien planteado y unas dosis de crítica social. Por buscarle algo mejorable, le sobran algunos diálogos excesivamente explicativos. Defecto que, les aseguro, no les empañará unas muy buenas horas de emoción.

El oscuro invierno es un nuevo acierto de Siruela, en su colección policiaca. Cuenta con la traducción de Javier Sánchez García-Gutiérrez.

 

Al Andalus nunca pasa de moda

La crisis se ha llevado por delante bastantes conmemoraciones que, en otras circunstancias, hubieran destacado mucho más. El bicentenario de Dickens, por ejemplo, pasó con más pena que gloria y, este año, apenas si se ha hablado del Milenario de la Taifa de Granada. Al Andalus es una constante en las soflamas de los radicales islámicos –enseguida les aclaro el tema– y nunca está de más hablar de ella. Una novela histórica y un thriller histórico recuperan aquel mundo desde perspectivas –y con objetivos– muy distintos.

 

La Alhambra de Salomón, de José Luis Serrano (Rocaeditorial)

Novela histórica, La Alhambra de Salomón ofrece un recorrido muy documentado por Al Andalus en el siglo XI, desde Córdoba a Granada pasando por Málaga. Parte de un hecho poco conocido: bajo la actual Alhambra se encuentra un palacio judío del siglo XI construido por una mujer según la proporción árurea e inspirado en el templo de Salomón. Buena parte del argumento se sustenta en las atractivas personalidades de los dos protagonistas, cuyas vidas acaban por cruzarse. Samuel Negrela, es un judío de clase media, formado en Córdoba y que, tras una sangrienta guerra civil, acaba en Málaga como droguero y escribano.

Ilbia es la hija de un cristiano rico convertido al Islam. Su padre quiere que entre en el harén real, pero ella se rebela y se refugia en el estudio. La sorprendente imagen de aquella mujer, me llevó a hablar con el autor. ¿No es un tanto irreal esa visión en una época como aquella?, le pregunto. José Luis Serrano no duda un instante: no, no es irreal. El papel de la mujer en 
aquel periodo de la historia andalusí –me explica– era muy avanzado, superior al del resto del mundo musulmán y cristiano. De hecho, el reino granadino tenía muy poco que ver con el Islam radical que luego impondrían a sangre y fuego los almohades, cuya visión fanática inspiró a personajes como Bin Laden. Me puntualiza, de paso, que el orden social estaba mucho más basado en el dinero, en la clase social –como ha sido casi siempre–, que en la religión. La reconstrucción histórica está especialmente bien lograda y enmarca dos aventuras personales que avanzan en paralelo al principio para converger en el momento preciso. A pesar de que el autor maneja una documentación abundante y –se adivina– muy profunda, se agradece que no la imponga a la 
trama.

Al fin y al cabo se trata de novela histórica y no de historia novelada. Para el lector interesado en aquel periodo, supondrá un agradable descubrimiento que lo llevará a zambullirse en libros e Internet para ampliar algunos aspectos concretos del relato.

 

El manuscrito de Avicena, de Ezequiel Teodoro (Entrelineas)

Ezequiel Teodoro, periodista ceutí afincado Madrid, ha escogido un género difícil pero agradecido, el thriller histórico, para su primera novela. Ya va por los 10.000 ejemplares pese a haberla publicado en una editorial pequeña, Entrelíneas, con todas las dificultades que eso supone para su promoción en los grandes medios.

La novela contiene los elementos que se le suponen a todo thriller: una conspiración, una subtrama a caballo entre el espionaje y lo policiaco aderezada con unas dosis de historia y un manuscrito que esconde un secreto que puede cambiar la historia. Con menos mimbres se han construido argumentos muy emocionantes. Teodoro alterna escenarios antiguos y contemporáneos, dejando los finales de capítulo en un momento crucial para que el lector se preocupe por la suerte de los protagonistas y siga avanzando; un recurso que, bien utilizado, funciona siempre.

Veamos. La trama –digamos– antigua, nos lleva a Bujará (Persia) en donde el médico y filósofo Avicena está poniendo el punto y final a un manuscrito que, nos advierte el autor, es su mejor obra y la más peligrosa. Estamos en el año 999. Seguimos después los pasos de ese manuscrito por diferentes ciudades y siglos, hasta acabar en el San Petersburgo de hoy. Y ahí empieza la trama actual. Un médico español recibe la noticia de que su esposa ha sido secuestrada mientras investigaba un manuscrito milenario. E inicia su búsqueda.

Meses antes de que sucediera realmente –el libro es de 2011–, Ezequiel Teodoro se imagina la muerte de Bin Laden y la venganza de Al Qaeda.  Pitoniso, le llamaron algunos amigos. Quienes disfrutan con este tipo de novelas à la Dan Brown –por las que desfilan enigmas históricos, mensajes en clave, cruzados, masones y terroristas– El manuscrito de Avicena les garantiza un buen entretenimiento.

En todo caso, y en lo puramente físico, pediría a la editorial que en las próximas novelas de Teodoro –que las habrá– modifique la tipografía. Es cierto que recuerda la de los libros antiguos pero fatiga la vista, y los lectores talluditos ya no la tenemos para muchos meneos.

 

Hamburguesas Gourmet, AA VV (Lunwerg)

Las hamburguesas se visten de seda. Más allá de ser simple carne picada más o menos condimentada, las hamburguesas amenazan con convertirse –como ya pasó con los gin tonics– en un símbolo de lo más cool. Estamos ante un libro magníficamente presentado, como casi todo lo que edita Lumwerg. Cuando se trata de libros de cocina, ese cuidado estético no es un asunto menor: un plato bien fotografiado invita a instalarse entre los fogones.

Y las hamburguesas que propone Hamburguesas Gourmet son de las que uno no dudaría un momento en comerse. Reúne más de 50 recetas clasificadas en tres categorías: pura con el 100% de carne o pescado, mix con mezclas de carnes y especias, y veggie 100% vegetales. Además, incluye tres Especial chef –como una irresistible de bogavante y mango– y unos postres americanos de lo más clásico.

Preparar hamburguesas como nos sugieren los autores –los franceses David Japy, Élodie Rambaud y Victor Garnier– no es poner carne picada dentro de un panecillo redondo cortado por la mitad. Nos enseñan a escoger y preparar el pan, con diferentes puntos de cocción y de fermentación, nos dan consejos para trabajar los ingredientes, preparar salsas, compotas y 
guarniciones y escoger la bebida.

Veamos, para una hamburguesa de buey, queso azul y albahaca va bien el tinto joven, mientras que para la de ternera y champiñones se impone el pinot noir del Penedés. Delicias.

Hamburguesas gourmet ha sido traducido por Luisa Prieto.