Hoy venía pensando en… como sería la imagen de ayer del cielo.
Porque me imagino a ese Españeta haciéndole malabarismos con un balón a San Pedro mientras aguarda la llegada de uno de sus amiguetes. Le imagino ansioso por poder darle un abrazo a su amigo Juan Sol. Porque allí, en el Cielo, no están prohIbIdos los abrazos.
Imagino ese reencuentro de dos leyendas, dos mitos, dos viejos amigos que compartieron un sinfín de cosas durante tanto tiempo. el reencuentro de dos buenas personas que han dejado huérfanos al valencianismo.
Imagino a Españeta enfundado en su vestimenta habitual, el chándal. Imagino a sol ladeándose de un lado para otro mientras camina hacia las puertas del Cielo vestido de traje. Imagino a Españeta diciéndole al verle llegar: “qué pasa amiguete”. imagino a Sol sonriéndole a la vez que le responde: “qué pasa loqui”. E imagino a los dos fundidos en un caluroso abrazo bajo la atenta mirada de Jaume Orti y Jesús Barrachina. Porque ellos son los nuevos, los recién llegados.
Imagino a los cuatro ya reunidos. A Jaume recibiendole con su clásico “muchas noches”, a Jesús, whisky en mano, diciéndole aquello de “la Champions es la Champions y a ti te encontré en la calle” y dándole un gran abrazo porque no en vano él es el encargado de “besos y abrazos” del Cielo.
Tuve la suerte de conocer a los cuatro y en ellos siempre encontré el mismo denominador común: bondad, honestidad, amabilidad y valencianismo. Estoy seguro que esta imaginación mía se haría ayer realidad. Porque como me dijo un amigo un día: “solo van al Cielo aquellos que hacen que la vida de los demás sea un Cielo en la tierra”. Y ellos, lo hicieron…
