Un Clásico de gran reserva el que se ha podido vivir en el Santiago Bernabéu. Un Clásico inmenso, espectacular, vibrante. Un partido de fútbol que todos esperaban y que no defraudó al hincha del deporte rey en España. Real Madrid y Barcelona firmaron un partido memorable que terminó con 3-4 a favor de los culés, que tuvo de todo, que deja la Liga en un puño y al Atlético como nuevo líder a falta de 27 puntos por jugarse.
El único momento de calma del partido fue el minuto de silencio que se guardó en memoria de Adolfo Suárez. Porque a partir de ahí reinó la locura. Reinó la emoción. En cuanto el cuero echó a rodar con el pitido inicial se sucedía el fútbol, se sucedían las ocasiones. Y con las ocasiones llegaron los '¡uy!' a las gradas y los goles.
Estaba claro que viendo el potencial ofensivo de ambas plantillas y sabiendo de la importancia que tenía la victoria para los dos, el 0-0 no iba a ser una apuesta ganadora. Y así fue. Benzema intentó encender la mecha con dos ocasiones claras marradas ante Valdés, pero quien dispararía la pólvora primero sería el Barça con un Iniesta que puso un zurdazo rumbo a las mallas tras un despiste defensivo de Carvajal.
Festival de Di María
Cero a uno. Tres puntos para el Barça. La Liga se igualaba y el Madrid perdía el liderato a favor del Atlético. Estaba claro que el Real Madrid no lo iba a permitir, que el orgullo merengue no iba a hincar la rodilla al comienzo del Clásico. Evidentemente no se arrodilló, y subidos en la espalda de un Di María excelso remontaron el partido en cinco minutos dejando además en evidencia a la zaga del Barcelona.
Esta vez sí Benzema acertó con la puerta de Valdés. Acertó por partida doble. En primer lugar, con un cabezazo tras un preciso pase de Di María desde la izquierda. En segundo lugar, con otra jugada de Ángel por la zurda en la que Karim pudo controlar, bajar la pelota y rematar sin oposición alguna casi en el área pequeña de los del Tata.
El Barça se diluía. La posesión no daba resultado y pudo haber llegado el tercero. Pero cuando más parecía el partido directo al paso por vestuarios apareció, por fin, Messi. Había estado ausente desde su asistencia a Iniesta en el 0-1, pero de sus botas nació y se creó el 2-2 con un buen remate en el área madridista al que nada pudo hacer Diego López.
Sí. Todo esto pasó en la primera parte. Cuatro goles. Juego. Emoción. Intensidad. Todo en unos 45 minutos que dieron paso a un descanso que pocos querían que llegara viendo el espectáculo que se vivía en el césped. Pero quedaba una parte entera para que llegara lo que siempre debe haber en un buen Clásico. Y es que un Clásico sin polémica arbitral no es un Clásico completo.
La hora de Undiano
Por suerte estaba Undiano Mallenco, gran árbitro, pero que como todos no exento de errores. Y los cometió. De primeras pitó penalti en una falta de Alves que era fuera para que llegara el 3-2. Y luego hizo lo propio en el área madridista al señalar como pena máxima un leve roce de Ramos a un Neymar que creyó que el césped del Bernabéu era una piscina para que Messi hiciera el 3-3. Y Sergio se fue a la calle por la acción.
El Madrid con diez. Con diez durante los últimos 20 minutos. El Barça con once, pero con un empate que no le valía y que le seguía dejando a cuatro puntos de los de Ancelotti. Ambos lo sabían, así que mientras unos ralentizaban el juego en busca de una contra tapando todos los huecos defensivos, otros se fueron al ataque para llevarse una valiosa victoria para Barcelona. Y se la llevaron con otro penalti transformado por Messi.
Eso puso la brocha a un Clásico espectacular. A un Clásico que tuvo absolutamente de todo. Que tuvo goles, que tuvo polémica, que tuvo intensidad. Que deja al Barça de nuevo en la pelea de una Liga más abierta que nunca y al Atlético como líder a falta de nueve jornadas para el final de la temporada.