CON FRANCISCO SIERRA

Minuto tecnológico: El derecho a la intimidad, excepto si hay negocio

¿Hasta dónde llega la seguridad en Internet y hasta donde llega la protección de datos y por tanto de nuestra intimidad? Ese es el dilema que vivimos en esta sociedad global en la que las redes sirven para los buenos pero también para los malos. Redes sociales donde se puede hacer proselitismo yihadista o enseñar a fabricar artefactos explosivos.

ondacero.es

Madrid |

Hace unos días a Google le multaba la Comisión Europea con 2420 millones de euros por vulnerar la competencia en el mercado de búsquedas. Pues bien, por si acaso, a las pocas horas de esa multa, Google anunciaba que su correo electrónico, el Gmail, el más usado en el mundo, dejaba de leer nuestros correos y de recopilar información para mandarnos publicidad personalizada.

Así reconocía que estaban leyendo nuestros correos. Nada era antes más sagrado que la inviolabilidad del correo. Pero en el mundo digital, donde las leyes nacionales son difíciles de aplicar, parecía de los más sencillo .Porque nuestra intimidad casi no existe. La misma Google por ejemplo anuncia que es capaz de rastrear millones de transacciones de tarjetas de créditos con la navegación de los usuarios en sus aplicaciones de los móviles y luego cruzarlas y de esta forma saber en qué tienda o centro comercial hemos comprado. No sólo te rastrea y controla en la red, también ya tus movimientos en tu ciudad. Asusta.

Apple, Google,Facebook, Twitter. Todos acumulan datos que luego usan o venden para fines comerciales. Por eso asombra más que cuando las fuerzas de seguridad han reclamado a estas empresas ayuda o información sobre actos delictivos e incluso terroristas estas se niegan y aluden al derecho a la intimidad del usuario.

Ejemplos recientes han sido el desbloqueo del Iphone de Diana Quer, la chica que desapareció hace meses en Galicia o el del yihadista que asesinó a varias personas en la ciudad norteamericana de San Bernardino. En estos casos tanto la Policía nacional como el FBI tardaron meses en conseguir la información de los móviles por la negativa de Apple a desbloquearlos porque decía proteger la intimidad de sus usuarios.

El sagrado derecho a la intimidad que parece menos sagrado y menos derecho cuando se trata de hacer negocio.