LA BRÚJULA

La carta de Ónega, al calendario: "De ti depende el gobierno y el futuro inmediato de esta nación"

Buenas noches, calendario. Eres--¿cómo te lo diría?—una cosa que suena a antigua, como de cocina de casa de aldea, colgado allí, con imágenes más o menos hermosas, el nombre de una empresa comercial y los domingos y los festivos escritos en rojo.

Fernando Ónega

Madrid | 26.11.2019 23:24

Los finos te llamaban almanaque, que sonaba como más distinguido, como más elegante, como de clase superior, pero para la gente del pueblo eras y seguirás siendo el calendario. Así te recuerdo cuando iba tachando días, sobre todo los de vacaciones. Pasar una hoja de calendario era una forma de medir el paso del tiempo.

Y en estas fechas, más o menos, comenzaban a llegar los nuevos que mis padres colgaban después allí, en el hueco que dejaba el calendario difunto. Hubo calendarios de gran resonancia, como el de Pirelli, que fueron incluso noticia por las señoritas que enseñaba. Hubo los de los bomberos, que hacían las delicias de las señoras. Hubo los de los camioneros, de damas desabillés. Después llegó la agenda, que en parte te jubiló, calendario, y te apartó de las casas de buen vivir. Ya no hay casas distinguidas que tengan un calendario en la pared, y menos en la del salón. No sirves solo para ver pasar los días. Sirves también como medidor de las clases sociales. Y tú eres uno de los últimos vestigios de las clases populares. Hasta hoy. Hoy, calendario, te han convertido en un bien político. “Mi reino por un calendario”, puede decir Pedro Sánchez después de escuchar a Gabriel Rufián, que liga la investidura a tu existencia. “Si nos dan un calendario que señale las fechas para negociar de gobierno a gobierno, podemos dar nuestro voto a Sánchez”, vino a decir Rufián. De ti depende, pues, el gobierno y el futuro inmediato de esta nación.

Si hay calendario, hay investidura. Si hay investidura, hay gobierno, aunque no sepamos por cuánto tiempo. “Barato, barato”, se oye por los pasillos del Congreso. “Podía ser peor”, diagnostican los analistas. “El calendario hay que cumplirlo”, exigen las bases de Esquerra que ayer votaron. ¿Y qué ocurre si no se cumple?, preguntan los desconfiados. El manual de supervivencia creo que dice: tú dales el calendario, que nada cuesta. Y después… después Dios proveerá.