El Real Madrid necesitaba cerrar heridas tras la imagen de los últimos partidos y la derrota en el derbi madrileño. Y la oportunidad no podía ser mejor. Noche de Champions, el rival a priori más flojo del grupo, el Copenhague, y en el Bernabéu, que pese a no presentar su mejor entrada, respiraba ambiente de Champions.
Ancelotti revolucionó el once respecto al Atlético de Madrid con cinco cambios. Casillas volvía a la titularidad y sorprendió la suplencia de Sergio Ramos por Varane. Al Real Madrid le faltó fútbol pero la calidad y superioridad de sus jugadores le valió para llevarse la victoria. Actitud no faltó, pero se sigue evidenciando que no hay un estilo de juego definido y falta alguien en el centro del campo que coja las riendas del equipo. Illarramendi y Modric tienen la intención, pero al primero le falta adaptarse a sus compañeros y el segundo, que cuajó un buen partido, es un jugador más de ataque y su tendencia a irse hacia la portería contraria, dejaba al donostiarra con poco margen de maniobra. Ronaldo y Di María fueron los mejores. El portugués volvió a poner los goles pero el argentino quiso ser el protagonista. Todo le salió bien.
Los primeros minutos fueron de duda. La pelota pertenecía al Madrid, pero parecía que estaban más preocupados de no perder la posición y la posesión que de mirar a la portería contraria.
Pero a este equipo le caracteriza la pegada que tiene, y no tardó mucho en sacarla a relucir. Benzema, que volvió a tener la confianza de Anceltti, remató a bocajarro de cabeza en la frontal del área pequeña, pero sorprendentemente se fue desviado. Apenas un minuto después apareció el de siempre. Marcelo colgó un balón desde la banda izquierda que Ronaldo remató al fondo de la portería tras la mala salida de Wiland.
A partir de ahí el Madrid se soltó y empezó a acosar la portería contraria, pero con poco fútbol. Los de Ancelotti se estaban imponiendo gracias a la calidad de sus jugadores. Apenas necesitaban crear para llegar a la portería contraria. Ronaldo y Di María por tres veces, tuvieron claras oportunidades para hacer el segundo pero ninguno de los tiros cogió puerta. El argentino fue el más activo en la primera mitad y cada vez que entraba en juego, generaba peligro.
En los últimos minutos de la primera mitad, el Madrid perdió presencia. El Copenhague, que apenas generó peligro en la primera mitad, pudo irse al descanso con empate. Un saque de esquina desde la izquierda, acabó con un remate de cabeza al larguero y el bote parecía que iba para dentro, pero la pelota golpeó en la mano de Modric en la línea de gol. Se reclamó penalti, mientras que Casillas pedía falta sobre él en el remate de cabeza.
En la segunda parte el Madrid mejoró el juego y salió a cerrar el partido. Modric y Di María por dos veces dispararon sobre la portería de Wiland. En tres minutos ya se había disparado más entre palos que en toda la primera parte.
El segundo gol llegó tras una genialidad de Benzema y Di María. El francés cogió la pelota de espaldas, dentro del área, escorado a la derecha, cedió al argentino de tacón, que puso de rabona el centro que Ronaldo remató de cabeza al fondo de la portería. El Madrid encarrilaba el encuentro, pero el argentino quería sumarse a la fiesta goleadora, y dos minutos después, soltó un zurdazo desde fuera del área pegado al palo derecho de la portería de Wiland, que nada pudo hacer para detener el balón, haciendo así el tercero.
Con el partido decidido el Madrid se quitó todos los nervios y controló el juego hasta el final de los noventa minutos. Morata, Jesé e Isco entraron en el campo, pero fue Di María el que robó la pelota en la frontal del área, recortó sobre el último defensor, y cruzó la pelota para hacer el cuarto y definitivo.
Y cuando estaba todo terminado, el Copenhague quiso anotar el gol del honor, pero se encontró con Casillas. En un minuto, el capitán del Real Madrid despejó a córner un mano a mano. El saque de esquina acabó con un remate al segundo palo y Casillas volvió a sacar una mano imposible para desviar de nuevo a córner. Y al saque de ese córner, acabó con un remate a bocajarro que fue al cuerpo de Casillas, que no tuvo problemas en atajarlo.
El Real Madrid fue mejor que el Copenhague, pero le faltó fútbol. La pegada de los blancos fue suficiente para endosarle cuatro goles a Wiland. Ronaldo volvió a estar en su línea y Di María firmó uno de sus mejores partidos con el Real Madrid. Queda mucho por mejorar, pero esta victoria sirve para tapar heridas y recuperar confianza. Los de Ancelotti firman el mejor arranque goleador en la historia de la Champions con diez goles en dos partidos.