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En Buenas Manos

Medicina Interna

Las inquietudes del profesor Ortiz me llevaron al Tratado de Cecil-Loeb, un texto de Medicina Interna que ya ponía acento en los setenta en los avances genéticos. En realidad se había iniciado un camino que ahora está muy enmarañado porque la adquisición de información, que hoy en día se logra con bastante facilidad, suele confundirse con el conocimiento.

Dr. Bartolomé Beltrán | Madrid
| 11/07/2012

Me gusta la Medicina Interna. Recurro a ella ante cualquier duda, casi todos hemos bebido en las fuentes del “Harrison”, aquel libro que tenía como editores a Wilson, Braunwald, Isselbacher, Petersdorf, Martin, Fauci y Root. Decían los autores que la práctica de la Medicina había cambiado  desde que apareció su primera edición en los años cincuenta. Antes andábamos locos por los apuntes del profesor Velasco, o también los de Olegario Ortiz Manchado, Carlos Almaraz, Jesús Casas, Tomás Caro-Patón y tantos docentes que tuve el honor y el privilegio de escuchar en las aulas de la Facultad de Medicina de Valladolid. Las inquietudes del profesor Ortiz me llevaron al Tratado de Cecil-Loeb, un texto de Medicina Interna que ya ponía acento en los setenta en los avances genéticos. En realidad se había iniciado un camino que ahora está muy enmarañado porque la adquisición de información, que hoy en día se logra con bastante facilidad, suele confundirse con el conocimiento. El “Cecil-Loeb” pretendía contrarrestar esa tendencia con unos contenidos que no solo informaban, sino que suscitaban unas preguntas y ofrecían mejores alternativas al conocimiento. También pasó por mis manos la ‘Medicina Interna Fundamental’, de Guardia Grau Veciana y  Net Castel, esos catedráticos de la Autónoma de Barcelona que estructuraba de manera ajustada y esquemática el conocimiento más vanguardista.Por cuestiones de mi afición por los síndromes y autores que aportaban el nombre propio a las patologías me sumergí en profundidad en el ‘Tratado de Medicina Interna’ de los profesores Carlos Perezagua y  Luis Collado, editado por Ariel, un manual que está permanentemente en mi mesa.Pero el gozo de hoy ha sido la aparición de la 17ª edición de ‘Farreras-Rozman. Medicina Interna’, co-dirigida por los profesores Ciril Rozman y  Francesc Cardellach. Era mi medicina interna de estudiante y pienso darle vueltas ahora para comprobar en los mismos textos su evolución después de treinta años. El doctor García Alegría, presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna, ha comentado que para los internistas se trata de un libro esencial y accesible. Y ha destacado la estructura homogénea del manual y el sentido de la unidad. Precisamente esa unidad es la que a mí me importa, porque nos lleva al paciente, que también es otra unidad. La más sublime de las unidades, el hombre enfermo. Seguro.