LA BRÚJULA

La carta de Ónega a Felipe González: "Han decidido incluirle en el revisionismo que prostituye la política española"

Fernando Ónega escribe su carta al expresidente del Gobierno, Felipe González, tras las palabras de Pedro Sánchez, que le ha defendido ante Gabriel Rufián después de señalarle como el "señor X" en la trama de los GAL.

ondacero.es

| 24.06.2020 21:51

Le tengo que confesar una cosa: no hay nada como dedicarle un piropo en un artículo periodístico para que un amplio número de lectores reaccionen con algo parecido a la ira contra el autor y contra usted. Me ha ocurrido dos veces en una semana. He llegado a pensar que hay una campaña de destrucción de su memoria y con el espeso silencio de su partido, que usted logró situar otra vez en la historia a partir de Suresnes.

Por eso me alegró escuchar la defensa de su persona y de su obra que hizo Pedro Sánchez y mucho más el aplauso de la bancada socialista. El presidente no dijo una palabra sobre el rey Juan Carlos, que Rufián había incluido en su pregunta, lo dejó todo a lo que diga la Justicia, pero a usted lo defendió con sus mejores palabras. Lealtad ideológica se llama. Gratitud socialista a quien tuvo al socialismo más años en el poder. Olvido de lo que dijo del camarote de los Hermanos Marx.

Yo le escribo, señor González, para anotar que alguien ha decidido incluirle en el capítulo creciente del revisionismo que prostituye la política española. Y todo revisionismo tiene un alto porcentaje de injusticia.

Primero se señala a las personas como los nazis señalaban a los judíos. Después, la memoria histórica hace que se olviden los méritos y se mantengan vivas las manchas de su biografía, los errores y las debilidades. Y vale cualquier disculpa. En su caso, un viejísimo informe de la CIA, que no aporta ninguna novedad que no hayamos dicho en este país durante más de veinte años y que no le haya llevado a usted a declarar ante el Supremo.

Yo me quedo con el otro González: con aquel que sacó al socialismo español de su agonía; con el que suscitó el entusiasmo y la ilusión ciudadana y le dio la más importante mayoría que nadie ganó en España; con el que asumió la transición, teniendo razones para liderar la ruptura; con el que impuso el poder civil al militar; con el de la dolorosa, pero obligada reconversión industrial; con el que no quiso hurgar en las heridas de la historia que todavía sangraban y, por supuesto, con el González de madera de estadista.

Apreciado expresidente, podrán derribar sus imaginarias estatuas, pero, con todos sus defectos humanos, está usted entre los grandes de este país.

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