María Hernández, de 35 años y natural de Madrid, fue asesinada el pasado mes de junio junto a sus compañeros etíopes Yohannes Halefom Reda (31) y Tedros Gebremariam (31), víctimas de un ataque cometido en Tigray, región semiautónoma al norte de Etiopía sumida en una guerra desde el pasado mes de noviembre. "Estaban allí ayudando a la población", reconocieron desde Médicos Sin Fronteras, organización a la que los tres pertenecían.
Hoy el conflicto sigue activo y son muchos los cooperantes que siguen trabajando sobre el terreno para ayudar a la población local que se ha visto atrapada entre dos bandos: las fuerzas del ejército etíope y el Frente de Liberación Popular de Tigray que considera ilegítimo el gobierno federal del primer ministro Abiy Ahmed Ali (Premio Nobel de la Paz en 2019).
Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), la guerra civil al norte del país ha obligado al desplazamiento de más de tres millones de personas y a que un millón de refugiados hayan huido a países vecinos, especialmente a Sudán.
Los esfuerzos de las ONG internacionales están centrados en paliar los efectos de una crisis humanitaria provocada por la guerra y acentuada por la hambruna y la pobreza. Además, los trabajadores humanitarios se enfrentan a los continuos ataques del gobierno etíope que les acusa de armar a los insurgentes o entrometerse en los asuntos del país.
Javier García Ugarte, coordinador de Voluntarios por África, explica en esta entrevista en De cero al infinito cómo la guerra afecta no solo a los habitantes de Tigray, también a los que viven en otras regiones del país. Desde 2010, varios españoles transportan ellos mismos ropa, maletas y todo tipo de material humanitario y de primera necesidad para la población de la ciudad de Ambo y sus alrededores en el centro de Etiopía.
