La victoria ayer ante el Dinamo de Kiev en la primera finalísima de la Liga de Campeones para tratar de pasar a los octavos de Final fue un ejercicio de supervivencia máxima del Barcelona en el Camp Nou.
Viniendo de un más que aceptable triunfo ante el Valencia de Bordalás , la impresión era de que el equipo empezaba a coger el camino definitivo hacia su recuperación. Sin embargo lo de ayer fue un claro paso atrás en las expectativas que parecían generarse por entonces. Y lo que es peor, en plena semana del clásico, cuando tu eterno rival se ha dado un paseo frente a un equipo de un potencial similar al que te enfrentaste ayer.
La primera parte de los blaugranas no fue mala pero tampoco buena. Fue lo mejor del partido. Con un puñal en la banda izquierda, Jordi Alba, que fue el mejor jugador sobre el terreno de juego. Asistió en el gol ,pero además subió en innumerables ocasiones y puso todo tipo de centros para que Luuk De Jong o algún otro jugador que pasara por allí acertara a ponerla en el fondo de las mallas. Pero lo que no hicieron los hombres de arriba tuvo que hacerlo Gerard Piquè , un defensa con alma de delantero que solventó la difícil papeleta de abrir el marcador.
Es ya el defensa más goleador en la historia de la Champions League , con lo que eso significa, y a pesar de algunas cosas que le despistan del fútbol al cien por cien, sigue teniendo una enorme jerarquía y liderazgo en el equipo, y lo que es más importante, ese espíritu ganador que le convierte en un arma de guerra casi perfecta.
Y muy poco más. Luuk de Jong volvió a confirmar lo que ya sabíamos, que no tiene el nivel del Barcelona. Del Barcelona de antes, a lo mejor si le da para este Barcelona triste y vulgar. Lo cual ya deja casi todo dicho. Ansu no fue el talismán de los anteriores partidos y evidenció que aunque tiene mucho gol aún está bastante falto de ritmo como para ser el único jugador en el que se sustente el peso del ataque de todo un Barcelona. Dest volvió a ser el futbolista intrascendente de muchos partidos y atrás no pudimos comprobar muy bien como se desenvolvía la zaga porque el Dinamo de Kiev de Lucescu apenas llegó a inquietar a Ter Stegen en los 90 minutos.
Pero se ganó, y el Bayern de Munich hizo el resto, y se le ha llamado mucho el camino para seguir adelante en Europa. Eso es lo positivo. El Barcelona vuelve a depender de sí mismo y si gana en Kiev y al Benfica en casa estará clasificado para la siguiente ronda.
Lo del domingo será otro cantar. Mañana lo hablamos.