Los seres humanos somos animales. Animales que ven películas, pero animales al fin y al cabo. Y somos animales de costumbres. Después del Festival de Málaga, que abrió la veda en España con el mantra de que "si las salas de cine están abiertas y se puede viajar, habrá festivales"; después de la Mostra de Venecia, que puso a prueba a la prensa española -tuvimos que viajar al Lido con una PCR negativa por delante, somos país de riesgo-, llega el Festival de San Sebastián con las mismas mascarillas, la misma distancia, los mismos geles... pero con una carga añadida de celebración. Los animales de costumbres nos empezamos a habituar a los codazos y a las sonrisas con los ojos, pero superado ese ritual... en Donosti tenemos la impresión de que ha llegado la hora de celebrar. Que estamos vivos y que vemos películas.
La ceremonia de inauguración de San Sebastián 2020, más allá de su calidad artística -que para gustos, las galas- fue una gran celebración. Cuando entró en el escenario José Luis Rebordinos, rodeado por una charanga, lo hizo con los pulmones llenos de alegría por haber llegado hasta aquí, por haber parido un festival contra viento y rebrotes, y con las ganas de gritarle a la gente -con su amabilidad característica, eso sí- que vaya de una vez al cine, que es seguro, que no les va a pasar nada. Acto seguido entró en el mismo escenario Thierry Fremaux -otra charanga-, que recorre el mundo recordando que este año no se celebró el Festival de Cannes por la pandemia, pero que Cannes está presente en el circuito gracias a las películas que llevan su sello. Y aquí más que en ningún sitio. San Sebastián 2020 será recordado por esas cintas que vinieron desde Francia a darle empaque a la sección oficial.
Las películas. La sección oficial se abría este viernes con dos producciones fuera de concurso que sirvieron como cohete anunciador de los fastos que vendrán. Woody Allen regresa a territorio conocido por partida triple en 'Rifkin's Festival': regresa a la infidelidad, regresa a las neurosis y regresa a un Festival de San Sebastián de ficción que, dadas las circunstancias, solo puede generar nostalgia. La belleza de la ciudad en pantalla y el talento de Elena Anaya elevan la película, una comedia otoñal muy disfrutable que enseguida llegará a los cines. El segundo plato del día, mucho más denso y oscuro, no se queda atrás. Donosti acoge el estreno internacional de 'Patria', la serie que adapta la novela de Fernando Aramburu sobre las grietas que dejó ETA en los corazones de miles de familias vascas. Aitor Gabilondo como showrunner y el reparto que capitanean Elena Irureta y Ane Gabarain echan el resto. Es una de las series imprescindibles del año.
Este sábado arranca de verdad la sección oficial competitiva. Lo hace con 'Akelarre', producción vasca dirigida por Pablo Agüero sobre los procesos contra las brujas en el País Vasco del siglo XVII; y le sigue 'Verano del 85', la nueva película del francés François Ozon, que ganó aquí la Concha de Oro en 2012 por 'En la casa' y no ha podido acudir a San Sebastián por el coronavirus. Y así pasará la semana, entre maestros europeos que se quedaron sin Cannes y perlas de otros festivales que tampoco fueron, o no fueron del todo, porque en este 2020 nada es... del todo. Pero estamos vivos. Y vemos películas. Y las vemos, todavía, en salas. Como decía Fremaux en la gala inaugural "es lo que querían los Lumière cuando inventaron el cine hace 125 años".