Sabino Méndez: "El disfraz engaña de una manera sutil porque a través de él hablamos de nosotros mismos y nos termina delatando"

Aparentar otra cosa, fantasear con ser alguien por un rato. Detrás del arte de disfrazarse hay una teoría -en tiempos de carnaval- ¿qué es lo que realmente estamos celebrando y por qué nos disfrazamos? Yo siempre he pensado que esto de disfrazarse representa más de lo que parece.

El disfraz tiene un origen biológico

Hasta en la naturaleza, hasta se puede postular que tiene un origen biológico porque en ella existe el mimetismo, es decir, que en el fondo es un disfraz. Existían disfraces olfativos, cuando a veces se revolcaban en las heces de otro animal. Sabemos que se pierde, pero sabemos que el uso de las máscaras es antiquísimo. Esto no es algo sólo propio de las pandemias, esto de enmascararse que hemos hecho los dos últimos años es algo que el ser humano llevaba haciendo los dos últimos siglos.

¿De dónde ha salido la costumbre de disfrazarse?

Cabe preguntarse por qué nos gusta tanto eso de ponernos un disfraz. ¿De dónde ha salido esa costumbre? En principio, el objetivo era no ser reconocido. Los enmascarados más habituales fueron los delincuentes y los salteadores de caminos. Como el rostro era la principal manera de identificar a alguien, podemos decir que enmascararse en el fondo es quitarse la cara, de quitar ese medio que puede usarse para reconocernos.

Los sumerios, egipcios, el teatro griego, todos se dieron cuenta de las ventajas que tenía no sólo el disfraz, sino ese hecho de quitarse la cara para poder quitar personajes y que el espectador viera más al personaje que al actor. Para el actor, quitarse la cara le permitía ser otro. Y ahí, cuando lo que queremos es ser otra persona, es cuando pasamos de la máscara al disfraz, que es muy interesante porque no es lo mismo una máscara que un disfraz.

Hay disfraces exuberantes, maravillosos -los podemos ver en los carnavales-, disfraces que realzan otras partes del cuerpo, pero dejan a la vista el rostro -no como la máscara-. Es como si el protagonista nos dijera "miradme, soy yo, pero adornado de otra manera, siendo otra persona diferente que nunca hubierais visto o imaginado".

Diferencias entre el disfraz y la máscara

Luego hay máscaras que tapan muy poco el rostro: el antifaz, que como máscara es un fracaso. Los bandoleros se tapaban la cara con un pañuelo y entre eso y el gorro no se les reconocía, pero el antifaz tapa apenas un poco los ojos, es como una máscara sólo simbólica, casi de broma.

Por eso me parece mucho más interesante el disfraz que las máscara. El disfraz es mucho más complejo, significa muchas más cosas y el carnaval es la apoteosis de todos esos significados complejos.

El disfraz persigue dejar de ser yo. La filosofía siempre nos ha dicho "sé tú mismo, conócete a ti mismo" para que conozcamos nuestros anhelos y necesidades y no estemos siempre intentando agradar a los demás y dejar de ser nosotros. Ahora bien, el inconveniente de esa frase es que al fin y al cabo ser uno mismo está muy bien, pero es aburridísimo porque nos conocemos tan bien al vernos cada día, que es muy monótono.

El disfraz como válvula de escape

Así que la posibilidad de ser un otro imaginario aunque sea por un rato, es muy seductora. Y disfrazarnos nos permite eso. Pero además, sucede una cosa maravillosa, que como disfrazarse es construir un personaje imaginario alternativo, el disfraz que escojamos dirá mucho de nosotros.

Esta es otra de las grandes diferencias con la máscara porque el disfraz está hecho para engañar pero de una manera sutil porque a través del engaño habla de nosotros mismos, es decir, nos delata. La máscara guía hacia la ocultación y el disfraz guía hacia dar información. De ahí viene el maravilloso éxito de los carnavales en todo el mundo. Permite ser otro y a muchas personas aquellas cosas que no podían hacer, tiene una válvula de escape.