EL EDITORIAL DE ISABEL LOBO

Buenos días de luz y de color: "Los pasos de dos años para acá nos harán costaleros de una normalidad que pronto va a procesionar sin mascarillas"

Isabel Lobo arranca Por fin no es lunes con un mensaje de esperanza en la época convulsa que nos ha tocado vivir entre pandemias, guerras y precios desorbitados.

ondacero.es

Madrid | 16.04.2022 08:21

Reflexión de Isabel Lobo en Por fin no es lunes

Buenos días de Luz y de Color. Llegó el sábado, sábado del primer plenilunio de primavera. Un día de espera. Hoy es un día en el que esperamos. Como en la vida cuando uno se despierta, espera a que algo suceda. Que algo bueno suceda, y eso no nos convierte en ilusos una vez más sino en persistentes de una espera con mayúsculas. La hermana mayor de la espera: la esperanza.

Y lo mismo se sale con la suya, la esperanza digo. Porque hoy esperamos un anticiclón que va a traer un anticipo del verano, en muchas zonas del sur de España van a ver más de 30 grados en las plazas. Se espera hoy también que baje más de un 20% la factura de la luz. Y se espera por supuesto que se vayan reduciendo las existencias de torrijas entre hoy y mañana en todas las sobremesas. La esperanza está ahí, no hay duda de que se autoproclama allí donde hay postre y ánimo parlanchín.

Lo que nadie espera es que pronto haya un día concluyente en el que los problemas del mundo se resuelvan. Es así, suena derrotista. Qué le vamos a hacer. Convivimos con una parte del mundo resignada y la otra que trata de sobrevivir al horror. Con lo que sí, esperar, lo que se dice esperar en estos tiempos, tiene una doble e irónica velocidad: "se espera mucho de la espera". La visión de futuro personal puede que ya no pase por esa tan elogiada globalidad.

Tal vez lo que se espera de uno es que crezca y alcance los hitos de la vida si más anticipación. Porque en cuanto levante la cabeza, a un lado pandemia, al otro la guerra, más allá el IPC, y detrás lo que venga. Pero seguimos esperando mucho, incluso de este sábado. ¿Y quién tiene tiempo para esperar, quién espera al que espera? ¿Dónde tenemos escrito en nuestro código genético esto de que esperar merece la pena? Bueno, todas las penas.

Lo bueno cuando sucede no lo apreciamos inmediatamente, por eso lo malo tiene mejor prensa. No es así, no caigamos en la confusión de la espera. La esperanza no defrauda. Hay mucho más por delante, está en nuestro ADN, que los recuerdos se nos vuelvan fortalezas y que los pasos de dos años para acá les van haciendo costaleros de una normalidad que pronto va a procesionar sin mascarillas. Y está en nuestro horizonte vital lo de la esperanza de vida. Ahora que la ciencia trabaja para prepáranos años extra, habrá que descubrir cómo hacer que cada vez las esperas merezcan de verdad nuestra paciencia.

Lo crean o no, juntos hemos bajado a los abismos donde la ilusión nunca se perdió, sino que esperó lo que hiciera falta para que un sábado como hoy todo tuviera sentido. Sentido. Como que antes de que se canten las horarias de las 12 del mediodía en este programa negarán tres veces haberlo oído.