Francisco Sierra
Madrid | 10.02.2018 06:00
Justamente es el algoritmo, nos confesó, el que determina en Google el sueldo de todos sus empleados. Un algoritmo que tiene en cuenta aspectos laborales como el puesto que tiene cada trabajador, su nivel profesional, la evaluación de sus jefes y la consecución de sus objetivos. Y destacó que el sexo no forma parte de los datos con lo que se elimina así la brecha salarial.
Y también se le preguntó por esa posición casi monopolística en buscadores y otras aplicaciones que genera muchos roces con los legisladores en el uso que hace con los datos de los usuarios. Clemares dijo que la política de Google se basa en tres pilares: seguridad, transparencia y control. E insistió con este término al pedir una legislación europea fiscal mucho más transparente, homogénea y equitativa.
Transparencia que desapareció cuando se le preguntó por la facturación de Google en España. Tampoco fue transparente y no contestó a la pregunta de qué parte de esa facturación se desviaba a Irlanda para pagar menos impuestos. Ni siquiera quiso confesar la cuota que tiene Google en el mercado publicitario español. El sector estima que factura cerca de mil millones de euros, pero en 2016 sólo declaró ingresos por 92 millones y pagó escasamente 6,4 millones al fisco.
Google es una gran empresa. Para muchos, y me incluyo, la número uno no sólo ahora sino en todos los avances que se avecinan. Pero también lo deber se a la hora de decir lo que ingresa en un país.