Con cierta inocencia escapada y escondida de la realidad, me acuerdo a esta hora tempranera de sábado del concejal de turno que departe cada día con sus vecinos. Del servidor público sin tacha, que orgulloso y constante, se afana por solventar problemas comunes como un superhéroe sin capa.
En la semana hemos detectado mucho villano sonrojante, mucho golfo descocado, mucho sinvergüenza vicioso que de forma naif pensaba que nunca le pillarían. Enfermos corruptos que juegan con su pan y con el ajeno. Pobres familias. Qué deshonra.
Por ser algo positivo, seguimos como país adelgazando nuestra piel y haciéndola más transparente: me pone que tengamos ese nivel de sofoco y escándalo. Que por muchas corruptelas que destape la UCO y la justicia… nos sigamos incendiando. Y así debe ser.
Para que en nuestra genética siempre haya un dispositivo de alarma que nos avise cuando el renglón se tuerza y la mano se vaya a un cajón sin llave. Por cierto, a ver si también evolucionamos hacia una especie inédita: la del directivo de constructora que ante la más mínima sospecha de extorsión… coja el móvil y llame… aunque sea al 091. Buen finde amigos.