Mari de Madrid nos cuenta su experiencia en un camping de Valencia al que llegaron con dos tiendas de campaña: "íbamos ocho personas y ninguno éramos capaz de montarlas", comenta, y añade que hasta las diez de la noche no lo consiguieron, y fue gracias a "un valenciano y sus dos hijos que las montaron en cinco minutos". Asegura además que lo bueno del camping es "que haces relaciones muy agradables y bonitas con la vecindad que tienes al lado", aunque señala también que siempre "hay otros que molestan".
Desde Palencia nos llama Mario para hablar de su fin de semana en el camping de Celorio, en Asturias. Sus amigos y él montaron las tiendas "después de un día de sidras, un poco perjudicados", y cuenta que cuando llegaron de madrugada para dormir se equivocaron y se metieron en la tienda de al lado. "No nos miraron con muy buena cara", recuerda.
Y Lorena de Madrid nos cuenta sus andanzas por el camping de Oyambre, en Cantabria. Sugiere que "a los campings hay que mandar a la nave del misterio", porque a ciertas horas del día "hay unos sonidos bastante extraterrestres, creo que a la gente se le indigesta el cocido montañés", especula.
