Lo hizo después de proclamar la independencia y tomarse libre el fin de semana, dejando a sus seguidores independentistas esperando a ver en qué consistía exactamente la nueva república catalana. Por lo visto, no consistía en nada. El expresidente de la Generalitat vuelve a atacar a España y a sus instituciones justo cuando se celebraba el día de la Constitución; de esa Constitución que ha servido para frenarle.
Y que, a la vista de cómo están las cosas, le seguirá frenando de igual manera. Porque Rajoy no piensa mover un dedo para modificar un solo artículo que pudiera dar satisfacción ni al soberanismo, ni a quienes pretenden cambiar el sistema político. Y sabe que tiene a su favor la división política. Reunir la mayoría parlamentaria suficiente para una reforma constitucional amplia es muy difícil.Y Rajoy no tiene intención de poner mucho esfuerzo para intentarlo. No está entre sus prioridades.