La lectura de la libreta moleskine de Josep Maria Jové, el hombre de Junqueras, revela aspectos interesantes del independentismo catalán. Por ejemplo, el pensamiento mágico, y el carácter naif de sus dirigentes. O, por el contrario, el realismo en el análisis y, por tanto, su voluntad de engañar deliberadamente a las bases del independentismo, para movilizarlas hacia un objetivo que los organizadores sabían que era imposible.
Pero en estos días de campaña asistimos a un segundo episodio de pensamiento mágico y comportamiento naif o, por el contrario, de planificación malintencionada, y con voluntad de engañar a sus posibles votantes. Porque Puigdemont dice que volverá para ser investido, y se muestra convencido de que el gobierno podría interceder ante el Tribunal Supremo para que retire las acusaciones contra él. Y Esquerra anuncia la vuelta de Trapero al mando de los Mossos de Esquadra y la reapertura de las embajadas catalanas por el mundo. Hablan como si nada hubiera pasado, cuando la realidad es que no dejan de pasar cosas.