Tras la muerte de Fidel Castro, Fernando Ónega asegura que el dictador ha sido "un tirano ensalzado por su propia propaganda, con una adhesión forjada en el odio a Estados Unidos y con la palabra revolución como mito". Explica que cuando se ve a una parte de la izquierda española proclamarlo como ídolo y referente, dan ganas de rezar: de los políticos que quieren aquí el modelo Castro, libéranos, Señor.