Fernando Ónega, sobre las conversaciones entre Rivera y Sánchez: "Es un diálogo de cínicos"
Personalmente, doy por terminada la función. Pero que no bajen todavía el telón hasta que la Corona y Pedro Sánchez digan la última palabra, porque el capítulo de las ocurrencias es inagotable en la política española y donde menos se salta piensa la liebre. Hasta el minuto 93 hay tiempo y todavía Podemos puede regalar su sí, pueden surgir ofertas como la de Albert o Sánchez puede tener conejos en su decaída chistera.
El spoiler está escrito, pero los guionistas pueden cambiar. Ahora bien: si cambian, que sean más posibilistas que el señor Rivera, que parece que hizo su oferta para que sea rechazada, por mucho que la vista con vestimenta de Estado.
"Solución de Estado", dicen que la llamó. Seamos realistas: nadie se imagina a Sánchez cambiando a estas alturas Navarra por Moncloa o Moncloa por Navarra. Menos se lo imagina todavía prometiendo no dar indultos o decretando el 155 antes de que haya una acción penal que lo justifique. Las rebajas fiscales parecen incompatibles con el coste de las 370 medidas, por mucho que Sánchez hable de rebajar la presión fiscal.
Y lo peor de todo: que el presidente en funciones crea que todo lo que Albert pide ya está hecho o concedido, gran humorada presidencial. Esto no es que sea un diálogo de sordos. Es un diálogo de cínicos, precedido por la calificación de hipócrita que el otro día se oyó en el Congreso. Y además, qué diablos: en unos minutos no se puede negociar lo que en muchos meses se escaralló.