En ellos se ven figuras cotidianas, mujeres con cestas, campesinos, y a veces, líneas en las muñecas de estas personas que recuerdan a sus cicatrices, cuyo origen nadie ha podido explicar.
En su nuevo hogar, las tradiciones, la pobreza y el aislamiento geográfico del pueblo Oun, en la provincia vietnamita de Ratanakiri, y donde la mitad de la población es indígena, han determinado su adaptación, que en los primeros años fue positiva, aunque ahora se ha quedado estancada.
Nieng sólo canta y vocaliza algunas sílabas. Y sólo sale de la cabaña en la que vive encerrada dos veces al día, cuando la familia está junto a ella. Dicen que la preocupación por lo que la pueda pasar es lo que les hace mantenerla cautiva y también el hecho de que la encontraran en el fondo de una letrina de diez metros de profundidad tras permanecer desaparecida diez días en 2010.
Este suceso detuvo su progreso e hizo que el temor volviera a su familia, que ya sufrió su pérdida cuando Nieng tenía 7 años y desapareció en el bosque para no volver hasta cumplidos los 25. Entonces fue catalogada como ‘la mujer salvaje’ por medios de todo el mundo. Hoy su pasado sigue siendo un misterio y la falta de estímulos hacen que su futuro no se presente muy halagador.
