Este tema ha sido el que ha utilizado ahora, con 17 años, en el ensayo que envió a varias universidades como parte de su petición para ser admitida. En él contaba, por ejemplo, una experiencia "humillante" que le pasó a su madre en la escuela, cuando sus compañeros se rieron de ella después de que el profesor criticara un texto que había escrito en inglés. También cómo su madre le pidió que le enseñara bien este idioma para que no se rieran de su pronunciación. Algo que no ha sido fácil, contaba Cassandra: "Hay cierto sentimiento de culpa cuando coso sus letras, una con otra", dice, "largas vocales, consonantes dobles...yo también estoy todavía aprendiendo. A veces permito que los fallos pasen desapercibidos para no herir su orgullo".
"Creo que este ensayo contiene realmente los valores que mantengo cerca de mi corazón: levantarse por aquellos que no tienen voz, aunque pienses que tú misma aun no has encontrado la tuya", cuenta Cassandra. Las dificultades han tenido siempre su compensación y Cassandra se ha graduado hasta ahora con las mejores notas. Aunque su familia no hable un inglés perfecto ella asegura que en su casa hay "belleza" en la forma en la que se hablan, porque lo hacen desde la emoción.
Con este ensayo ha logrado algo que pocas personas habían conseguido antes: ser aceptada por ocho universidades de la liga de las facultades más prestigiosas de Estados Unidos, entre ellas Harvard, Princeton y Yale. Ambas, madre e hija, abrieron juntas las cartas de aceptación de todas ellas.
Cassandra cree que es un honor ser parte de su generación porque los jóvenes están reconociendo la importancia de que sus voces sean oídas
