Ahora tiene 25 años pero siendo un adolescente le diagnosticaron una cardiomiopatía dilatada familiar, enfermedad que produce una insuficiencia cardiaca gradual e irreversible.En diciembre de 2014 su corazón ya no dio para más y gracias a esta máquina, implantada en la Universidad de Michigan, Stan ha podido no sólo vivir, sino hacerlo fuera de un hospital
El doctor Jonathan Haft se ha encargado de su caso y contaba hace unos meses que el joven seguía en la lista de espera para ser trasplantado, pero mientras podía “estar en casa, activo y haciendo la rehabilitación para estar en las mejores condiciones cuando llegase la oportunidad”.
Esa oportunidad se materializó el mes pasado cuando encontraron un corazón compatible con Stan y fue trasplantado, diciendo adiós a la mochila que le había acompañado durante el último año y medio de su vida. “Es como una montaña rusa emocional. Me operaron hace dos semanas. Ha sido un éxito. Me ha devuelto la vida. Ahora me encuentro muy bien” dice Stan ya recuperado.
Su caso ha causado expectación entre la comunidad científica, no tanto por el trasplante, sino por el dispositivo artificial que abre la puerta a muchos avances para garantizar la supervivencia a los miles de pacientes que esperan el órgano que les permita seguir con vida.
