Traigo las notas del 29 de abril. La vicepresidenta económica Nadia Calviño y la ministra de Hacienda 'María-Jesús-Montero-yo-tengo-unos-palillos-con-cinta-colorá' han presentado el cuadro macroeconómico y menudo cuadro.
España crecerá un 4,3% donde iba a crecer un siete. Se ha esfumado la mitad del crecimiento en un año. Otra cosa que no se podía saber. Nos vino la pandemia que nos afectó más que a los demás y ahora nos vino la guerra, que nos afecta más que a los demás. Sánchez dice que nos pasa lo que a todo el mundo, pero la cosa es que nos afectan más que a los demás.
Ahora que lo pienso, hasta mi perro me iba diciendo que había que rebajar las expectativas macro. Hoy mi perro no entiende por qué se les llama previsiones económicas si en realidad son constataciones del desastre. La gracia hubiera sido avisar: “eh, preparaos que viene un mogollón bueno”, pero nos prometían que hoy estaremos saltando en tanga de leopardo a una piscina de pasta llegada de Europa y que ya seríamos un país más transversal y más resiliente y más justo y más guapo.
La cosa es que va España como geisha por arrozal, pero entre las virtudes del sanchismo -oh, coro rociero del Titanic- está la de ser un ejercicio de optimismo perfecto que consiste en gritar que todo está bien mientras las cosas se hunden.
