Se cumplen cuatro años de que saliera adelante la moción de censura a Mariano Rajoy y que Pedro Sánchez se convirtiera en presidente del Gobierno. Se diría que abrir un programa de actualidad con algo de hace cuatro años, es atípico. Pero no. Se viene la desagradable constatación que desde arriba se ve un país que no es el nuestro.
Estos cuatro años dejan la huella política de un gobierno de coalición más dividido de lo razonable. Una gestión pendiente de partidos que rechazan el estado en el que actúan. Un agravamiento de la crisis de Cataluña pese a concesiones inacabables. Cierto es que hay logros en protección social como los ERTE pero fracasos estrepitosos como el Ingreso Mínimo Vital.
Un cuestionamiento casi constante de la forma de estado y unos servicios secretos usados como fondos para pagar alianzas y unos servicios de seguridad piolinizados. El Gobierno ha sido incapaz de lograr pactos de estado con la oposición que tampoco ha estado a la altura. Algo bueno habrá. La economía ha mantenido y recuperado su vigor y los ERTE permiten transitar la crisis pero está por ver que la inflación no lo malogre todo.
Se diría que hay más nubes que claros. Al frente un Gobierno de dudosa coherencia pero la mirada de Sánchez observa otro paisaje, "un Gobierno ejemplar". Uno de los partidos que lo compone lo acusa de prevaricación. Podemos acusa al Gobierno del que forma parte por los 37 millones de euros a Andalucía. Les rectifican desde Izquierda Unida. Cuatro años después Sánchez les dice a los suyos que "el resultado es formidable".
